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Mostrando entradas de enero, 2009

Así

Vestida de sirena y terciopelo su figura menuda y caprichosa disipada en la ortodoxia religiosa tras su fe de pecado y desconsuelo. Seguidilla que interpreta un violoncelo, amapola, jazmín, cardo y mimosa. Bizantina en negro, azul y rosa: No es una la esperanza con el cielo. Si es ciega una pasión, y nos condena, y atrapa entre los pliegues de la duda, es áspera la paz que se consigue. Sí pesan los errores, y la pena que arranca el corazón y nos desnuda. El mundo, en su veloz giro prosigue.

actos reflejos

He sentido en las voces del agua. La extensa amalgama de líquenes verdes y rojos. Una cesta llena de espíritus graves y adustos. Un helecho seco que es casa de un grillo. Una abeja torpe que no encontraría una flor en los prados. He querido entender los presagios y las fauces grises que muerden y matan y emergen del odio y la rabia. He intentado saber y no había palabras ni voces ni espectros seguros de nada. Cuando quise obtener las respuestas a cada pregunta todo era amenaza y verbos dudosos. A cada silencio encontré que después de las balas le sigue el desgarro perfecto de la triste sombra. Y sólo son niños que juegan con cohetes y bombas que arrancan las piernas y ciegan los ojos. He sentido las voces del agua y los golpes de tos en la sangre, de fósforo y miedo en la boca terrosa y opaca, incapaz de entender tanto daño. Y sus dioses siguen jugando a la guerra contando resecos chiquillos y el rencor que siembran con ira y metralla y el crimen oculto tras trampas contables y el

Versos para un nuevo año.

En el hueco del árbol del sueño, donde el brío interpreta gallardo ese gesto procaz de goliardo absoluto, de hierba y beleño. El druida de nieve y empeño, del hayedo y el roble bastardo, en el musgo, el acebo y el cardo, recitando el paisaje roqueño. A la luna que cuenta distancias, a los prados, los bosques, las frondas, a las hebras de seda en las rancias cicatrices y marcas redondas -qué resumen de insignificancias- las creencias humanas más hondas. Y aún así cuando el frío atraviesa la intención disoluta y extraña. La razón discrimina y sopesa. La ilusión descuidada se engaña y en su trampa a sí misma se apresa. En la huida de nuevo su hazaña. Estremece un licor de asteroides de la ubre de magma y escoria, -petroglifo de anciana memoria-, expandido en babel de alcaloides. Universo de magia y androides en cometa de paz migratoria, por galaxias cautivas de euforia, se merienda milenios ovoides.