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Mostrando entradas de mayo, 2009

Baldío

Los álamos del río andan batiendo en áridos desaires las fatigas estériles, de escuálidas hormigas, seguros que su vida es sólo arriendo. En tanto ir y venir que es minuendo, tramadas novelescas sus intrigas, combates de poder como mendigas. Pensad si es atributo o es remiendo. Caminos de locura rutinarios o estáticos conjuntos militantes, febriles a la par que imaginarios. Los tipos reintegrados o distantes, indicios de rastrojos fragmentarios, no son sino en cuestión itinerarios.

Preguntas sin propósito

¿Estriba la permanencia en lo eterno o indeleble, en lo flaco o en lo feble, consiste la contingencia en el estar, en la esencia, en el ser, en el sentir, en asentarse o partir, en el caos, el vacío, en el suyo, tuyo, mío? sueño sin poder dormir. Vendo palabras de acero en un mercado de plomo, cambio molibdeno y cromo por tu alegre sonajero, un peluche y dos te quiero; trueco un barco de vapor por una veleta en flor y un molinillo de horchata, por un borrador de nata y un acorde en do menor. Soy inquieto buhonero, un espacio transitorio; mi mente sin envoltorio es la pluma de un jilguero; iluso ropavejero, zarigüeya cantarina que en la rama de una encina ilustra una nueva estampa; as que descubre la trampa que ríe y no contamina. ¿Qué afán tiene la riqueza de abarcar plaza y estribo destripando arroz y olivo y hacer sangrar la corteza? ¿Es pétalo de pobreza el llanto de un ruiseñor que sin miedo a que el azor lo calle, a su amante canta, no es más verdad que así espanta sin miedo a su

Mordaz y poco exitoso.

Irónico burlón de su apariencia, batalla y polemiza con su aspecto, se muestra apaciguado y circunspecto, jocoso lidiador sin competencia. Se ríe de lo humano sin conciencia, brutal por superior es su intelecto sabiendo que tan sólo es un insecto quien peca de soberbia y suficiencia. Podrán los petulantes, con su orgullo, prender de vanidad jactancia y fuego sus torpes oropeles y fanfarrias. Son sólo esas bravatas un murmullo de falsa vanagloria, un fatuo juego del ego ultramontano, sus cazcarrias.

decimillas

Sin que me disponga a pensar ni nada va mi astracanada. bailaré la conga, habrá quien proponga otros bailes raros, como trajes caros del emperador, hágame un favor, encienda los faros. Salió decimilla que es mucho más fácil más rápida y grácil, como ensaladilla, casi seguidilla, canción popular que quiero dejar el arte mayor para otro señor que vaya a estudiar. Qué poca vergüenza de literatura es esta escritura, para que convenza mis ripiosa trenza de versos graciosos, son algo engañosos en velocidad, tontos en verdad y poco jocosos. Así me estaría dando la alpargata al cajón de lata casi todo el día, yo ni comería por estas conquistas, ahora a las vistas me marcho a vender a todo correr llagan los turistas. Si me queréis encontrar los domingos voy a la tienda de un amigo a echarle un mano en la plaza de san Diego de Alcalá en eso de vender recuerdos a los turistas.

Imperfecta afonía

Hoy caducaron las formas, las palabras, los silencios, los límites totales impuestos en origen. Hoy me perdí a mi mismo en el reto inamovible, un golpe de afonía dio paso a la rutina. Automática, Inerte, habitual, reglada y connivente. Hoy he sentido rabia, Costumbre, en mi retiro, en un daño imperfecto aislado en mi memoria. Hoy quise ser la maza que arranca las cadenas dispuesto a la victoria jugando en mi provecho, inhábiles engaños en un alma sincera de diseño ejecutable. Hoy fui de nuevo esquema en láminas vacías, una letra estampada en medio de un desierto, anilla innecesaria, un cable roto y negro, la órbita en el polvo sin curso formulado. Pensé, y me equivocaba, que en mi aterida mano, perpleja de vergüenza, saldaría el desamparo. Erraba nuevamente. Hoy quedé convencido que no hay si no mentiras Si todo es desaliento y al fin camino solo. El alba es tan mezquina que me habla de las carencias.

Ay Federico García

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Esmeralda arriba al agua con su farol de carmín, en sus ojos azabache el llanto de Boabdil. Una zozobra en las sienes de naufragio carmesí donde dibuja su pena tormentas de regaliz. La más bella flor de nieve en el reino nazarí con lágrimas de alabastro desgrana un aria sin fin. ¿Qué pena canta tu boca bella piedra de rubí? “Mataron a Federico poeta del Albaicín, con odio escupieron plomo de la boca de un fusil”. Ebrias de rencor y miedo, sus almas de canecrín, en las horas de la noche que la envidia es un pretil del puente de la codicia y el fanatismo infeliz, mataron a Federico espectros de azul y gris. El más vivo trovador que recorrió el Zacatín. No hay ángeles que no lloren lágrimas de ajonjolí, ni pañuelos encarnados, ni una letrilla infantil que no recuerde al poeta y su canto de Almuecín. La tierra que ahora lo acoge no ha dejado de sufrir. Mataron a Federico, hermosa flor nazarí. Esmeralda arriba al agua con la sombra de Boabdil.

Mayalde, bis.

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De nuevo los Mayalde y esta vez espero que si lo leen me perdonen la broma. Por cierto si podéis escuchadlos. Con Endovellico Y Vagadonnaego, -Ibéricos dioses- , llegaré a un acuerdo: agra Poemana guarda mis corderos. ya que Baelisto brilla más que el cielo. Dibus y Deabus, los dioses gemelos, dirijan mis pasos por los sitios bellos. Que por Sitiouio encuentre el sendero, nunca yo lo pierda aun sin ir sereno. Por Vael, el lobo, que en bosques y setos, en las arboledas, y en el monte espeso, para mis pesares siempre halle remedio. Sean valedores con Tuollo el genio -protector de hogares- Lida y Baraeco, Lug y Yaincoa, los muchos y buenos. Se aleje Tagotis, rey de los infiernos, viniendo Saur, maestro del hierro, el sabio Cerunnos junto a otros ancestros. Vengo a relataros, sin vagos conceptos, como son de veras los músicos estos, se llaman Mayalde -ya los conocemos- ellos que descienden de todos los pueblos. Desde los fogones traen sus instrumentos: tinajas de barro, mesas y calderos, a

A Mario Benedetti.

La muerte de un poeta sin lamentos. Palpable es el dolor y este es sentido, el ánimo se muestra compungido y lloran los claveles y el magnolio. Nos quedan sus palabras, cada folio, de amor por esta vida, el estampido de tantas construcciones literarias, su lucha, su combate, sus estrofas rebeldes contra, el mar de la injusticia, la fe de los tiranos, la estulticia de tantos nigromantes, y las fofas doctrinas del martirio. Funerarias mis frases, no pretenden ser lágrimas de duelo, mas se quieren libertarias, en este homenaje, luminarias, pequeñas lucecillas y candelas que anuncien los caminos y no velas vacías ni discursos religiosos, ni llanto de políticos pomposos, sólo sus oraciones incendiarias.

Mayalde

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Con unos borneos y algún ringurrango vienen los Mayalde desde Salamanca. Sus coplas relucen como estrella blanca: Pasodobles, polcas, jotas y fandangos. Con todo el cariño que de ayer se arranca, ritmo y armonía de antiguas canciones, llenan el hatillo de las sensaciones con gran maestría y mayor retranca. Cuajan los sentidos y las emociones de ojos a manos y de boca en boca. La peña de Francia no es sólo de roca es también aliento en la voz de sus sones. El tiempo pasado el ánimo evoca cuando se recibe de un pueblo en herencia, si son trasmitidos en buena conciencia en las gentes nuevas el alma trastroca. Son esos caminos de la inteligencia antiguos senderos donde fue la plata es la misma vida que a veces maltrata, mas ha de vivirse, es su consecuencia. En sus instrumentos de hoja de lata -tañe al buen tun tun la loza y el barro- la música suena, genios del cacharro, sea en la cocina o en la colegiata.

Payaso en la calle

Sin pistas, lonas ni carpas por oficio el de payaso en el mundo y anda escaso de garras, dientes y zarpas, es más de Bécquer y arpas, jácaras y melodías, mojigangas, fantasías de caballeros andantes, de rucios y rocinantes, son sus típicas manías. Él es el alba del genio, bufón burlón primigenio, festivo autor delicado, sentimental e inspirado flor nueva de este milenio. Un bombín verde de seda. Una mágica humareda le envuelve por toda gala. Su sonrisa la regala, dale, tú, alguna moneda. Virtuoso equilibrista en el mundanal trapecio donde sólo triunfa el necio, y el arrogante arribista. Nada para sí conquista, poca riqueza ambiciona, -un rey pero sin corona-, calor, luz y maravillas, carcajadas y cosquillas, mimo y solo una persona.

Palabras continuas.

Dichosas palabras en fondo de armario, unidas a otras, guiños musicales. ¿Dónde las encuentras? : En el diccionario. Son tan parecidas aun sin ser iguales que unas tras otras -como abecedario- en párvulas hojas o en amplios murales describen ingenios, penas y pasiones, borrascas del alma y sus anticiclones. A Almu.

Mis palabras vuestras. A vosotros.

A Ybris, Paquita y Merce. Dejo mis palabras desnudas y enteras, escasas –ya sabes- pero necesarias, intensas y breves, básicas, primarias, cortas en su origen aunque verdaderas. Rendidas y humildes, sencillas, certeras, profundas, sentidas y un tanto incendiarias, abiertas, capaces, menudas, gregarias, serenas, amargas, también compañeras. Tímidas, afables, tiernas y suaves, templadas, a ratos ásperas y duras, flexibles, violentas, amables, maduras, cándidas, honestas, muchas veces graves. Integras, tramposas, inexpertas naves en mares de tinta, tormentas oscuras, libres, licenciosas, torpes y seguras. Al tiempo cerrojos que en espacios llaves. Íntimas, secretas, caseras, lineales, estables, volubles, nerviosas e inquietas, frívolas y añejas, firmes, indiscretas. Algo conceptistas y más naturales. Rígidas y exactas, rudas, guturales, sobrias, disolutas, ebrias cuchufletas, grises, luminosas, justas, incompletas. Ora enaltecidas, pro nobis triviales. Pomposas y adustas, secas, petulante

Décimas jocosas o no tanto sobre la crisis mundial

Haré una punzante crónica, -sacada de mi petaca- , estilete, daga y faca, a la usanza macarrónica, energética, isotónica, en nada subliminal, con este instinto animal de asno siguiendo a Isis en estos tiempos de crisis, de la era digital. Quebró el banco y mi dinero, que invertido había en acciones, en manos de los patrones -con guante blanco y sombrero- del sistema financiero. Me quedé con mi hipoteca con más ruinas que un azteca y más perdido que el Maya. Me dicen: aguanta y calla. Mi cara ya es sólo mueca. Ellos hijos del oficio más viejo del mundo antiguo -del yo rezo y me santiguo- dispuestos al sacrificio ajeno, y al beneficio propio, consecuentemente empobrecen a otra gente. La crisis de esta manera saldo es de la clase obrera y el rico tan ricamente. Todo ajuste del mercado otra vuelta es más de tuerca, al que no pille de cerca tampoco es que esté salvado, puedo estar equivocado con este rollo marxista tópico y medio anarquista sin carnet y sin partido pero sé quien ha mentido

Comedia del arte nulo.

Bohemio y trotamundos tartamudo, viajero de Tetuán a La Latina, nervioso navegante de bolina en un mar de top manta y estornudo. Envuelto en el embrollo y el engrudo confundes arcabuz por carabina. Pierrot que siempre engaña Colombina. Convéncete que el caso es peliagudo. Andando que, los juegos son abismos, el paso del Estrecho tiene puertas y el hambre solución sin catecismos. Zozobra de aflicción si no despiertas, al punto, no serán sino espejismos -inanes marchas- por tus horas muertas.

Unas decimillas pa quitar hierro a la cosa.

Un payaso con bombín sube por una escalera lleva blanca la pechera y amarillo el calcetín, es clown de mucho postín. Un botón que es margarita de bella casiterita y un gigante zapatón de plástico azul marrón y un paraguas de ebonita. Sigue con sus payasadas bajo la artística pista no lo han de perder de vista que en dos o tres carcajadas deja sus cucamonadas y sus trucos por aquí esto me ha pasado a mí que soy también un bufón, un titiritero, un clown, un gallo kikirikí.

Con ganas de ser poema y se quedó en objección.

Hoy he visto la tarde dormida de nuevo. He profundizado un poco en las grandes simbiosis entre los adjetivos y las amapolas. Me han correspondido veintisiete participaciones en la pintiparada lotería de las divisiones ultramundanas. Un sol rojo, muy rojo, se deslizaba, se encogía como una pequeña araña por la montaña. No me está permitido, pero lo hago, encadeno uno a uno los fragmentos del firmamento y las porciones me salen sin proporciones, en la medida que no se ajusta. Cuanta razón tenía quien me lo dijo. “Tú no aflojes, ni te embeleses, ni te permitas, ni menudees, dosifícate muchacho. No seas cosa. No te importe si las estrellas son parte de una calcomanía o están colgadas de un hilo de seda y al final de ellas hay un anzuelo y un gran pez espada esgrime su florete contra el dueño del almacén”. Yo al final quise contestarle esto: sepa usted muy señor mío que todas las hipótesis hay que demostrarlas, si no, no, no pasan de ser meros intentos de motejar las ciencias y los espíritu

Salvemos el Henares y de paso el Jarama y otros ríos.

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Las coplas del río Henares. Vengo a cantarle a este río que nace en Sierra Ministra. Seguiré el curso del agua. Diré quien lo contamina. A la sombra de un nogal en Horna surge a la vida, cercado por una valla la autoridad nos lo dicta. En Sigüenza es donde pronto da comienzo su agonía que la actividad del hombre la suciedad precipita. Ya el cauce se encuentra sucio, ya la ribera perdida, navegando curso abajo pareciera alcantarilla. Al paso en Guadalajara no hablemos de porquerías, deben ser seres mutantes la fauna que el río habita. En Azuqueca no sé, disculpen la alegoría, esta copla se me vuelve tan negra como la tinta. La ribera de Alcalá poblada es -maravilla- de muebles y otros enseres que a alguno le sobraría. Es gran consideración la que a este río tenían los clásicos literatos: Cervantes y Juan de Hita. Uno plantó avena loca el otro a él se refería como el gran río del mundo. Ahora : ¿qué es lo qué dirían? Si no damos grandes voces ¿río quién te salvaría? si no paramos de echa

¿Pretérito para quién?

Todo un tipo que carga prejuicios, golondrino de nido alquilado, desertor de la vida y cruzado contra aquello que piensa son vicios. Si interesa la cosa, es pecado. ¿Qué es vivir sino hacer penitencia? Sus palabras dictando sentencia son, disculpa, pescado pasado. Aunque tiene a favor providencia que le presta su fe en lo absoluto si llamándome a mí disoluto se libera eficaz su conciencia. Yo que soy liberal no discuto si me acusa de ser un sectario no me importa quién rece un rosario, como no tengo fe, ni me inmuto. También dice: tu verso es becario de una fórmula ajada y añeja, un geranio colgado en la reja, Iletrado y cruel, legendario. Déjame que yo siga en mi queja con mis rimas, idas, delirantes, en el foro de los diletantes que del orbe moderno me aleja.

Senderos de estropajo y melamina.

Recorrer tanto camino... si en ellos algo aprendí de poco me sorprendí, tras de muchos desatinos con mis ojos peregrinos hube por fin de aprender que por todo acontecer es parte de esta justicia lo que a unos beneficia otros lo deben perder. Quien manda con frases hechas ordena de arriba abajo. El sendero es estropajo vaya a izquierdas o derechas. Ellos tienen sus cosechas y el indigente miseria. Quien al baile y a la feria se encamina venturoso. Exigir es peligroso, dicen que pecas de histeria. El mundo va así a la ruina por un capital menguado te llaman afortunado: tú puedes comer chacina y pasas por melanina. Ideólogo decadente ¿qué no tienes suficiente?. Eres filósofo escaso ya nadie a ti te hace caso. Vives a contracorriente. Ingenuo calamidad por apellido y por nombre ya no hay más crédulos hombre que fíen de tu verdad. Palomino de ciudad, predica en un parque a solas, ve a cantar tus carmañolas a otros tontos como tú. Anda vete a hacer vudú y déjate de virolas. Pregonas que es u

Presuntuoso

En la extrañeza de una tarde, sobre sí aquello era posible o no lo era, si a cada paso otro más veloz se iba superponiendo, como en una vieja fotografía con lo bordes dentados. Todo y nada, las pequeñas y las grandes pesadillas arrancadas del árbol de los frutos indiferentes. Una atolondrada mirada iba cediendo al tedio de no encontrar un sentido a la insignificancia. Quise ser martillo de nuevo, y me rompí como una figurilla de vidrio, como un vaso mojado de vino y circunstancias. Lo que iba sucediendo era sólo reflejo de mi mismo, una procesión en andas por los sueños de lo inoportuno. Creí que tender la mano era encontrar y nada me asía, tan sólo el cerebro pinchándome una y otra vez. Se escurría por mi garganta un sabor ocre y ceniciento, como falto de besos y manos amigas. Pero la verdad es que nunca las hay, al menos las que tu pensabas, luego llegan otras que amargan como las nueces cuando están verdes, como el soplo de un enojo sin causa alguna. Todo gira alrededor de uno mismo

Por el palo de las carencias.

Una luz postiza recorre las tardes en el vidrio verde de tus pocos daños, quisiera asomarse pero se antepone el recogimiento, místico y absurdo, de la extraordinaria psicosis vacía de todo elemento ridículo y breve. Resuelve el momento su intensa cadencia en los eslabones que nunca prolongan sino las licencias que no se merecen. A partir de ahora desembarazada de lo conveniente por lo imaginado en viejas labores que al partir terminan con la inteligencia de quien no comprende ni queda avisado por ser pillo suelto sin otra memoria que un muelle teñido bajo nueve palmos de tierra batida para regocijo de viejos viajeros. Será lo que quede de lo que fue origen de una desbandada que no será ausencia.

Una tarde escribiendo para ti.

Empezaré por la parte del principio, corresponde. La intención bien no se esconde ni se halla un rincón del arte: también yo quiero atraparte entre la espera y la duda en mi cama bien desnuda, expuesta y desmemoriada, agridulce y obstinada como una romanza muda. Descubierta en el trajín de sustraerte al misterio al patente gatuperio, incoherente palanquín, abstraída en mi magín de alegres irreverencias, palmarias inconveniencias de una notoria verdad que ostenta alguna bondad y no falsas apariencias. Intrigante en el nocturno anónimo del secreto, en el velado soneto de un poeta taciturno, mueve tú, ficha, es tu turno, despierta sin confusión en las garras de un león que imagina marionetas ligeras, raras cometas de un azul y un gris marengo, en su elevado abolengo de no ser sino bayeta. Maravilloso el esfuerzo que en el carro del prodigio, andrajoso en gorro frigio, con mi poco juicio ejerzo, polichinela de un cierzo, jinete de un nubarrón de un sortilegio marrón, trastrocado en un siro

Un romance para un loco.

Sean bienvenidos todos, caballeros, niños, damas, a este rincón de Castilla, entre la sierra y la mancha; a este cruce de caminos donde confluyen las aguas, a este manantial o fuente, donde brotan las palabras, a este lugar conocido, a esta ciudad donde el alma a veces se sobrecoge, y en otras se toma a guasa, esto que se llama vida, así van forjando causas. Ya vendrán las desventuras y las hieles más amargas, pero que tarden y sean como espíritus en danza, como cantares de gesta de esta visigoda raza, avatares de moriscos, de conversos, en confianza, de moros y de judíos, en fin de todas las castas que por el lugar pasaron. A un rincón de las Españas, cuna, cárcel y convento, la que fue madre y madrastra, tierra de nuestros mayores, ésta que el manco cantara, la que mal pago le dio y hoy recibe su honra y fama, mas como dijera entonces, entre el rigor y la chanza, no se tome nadie a mal lo que las lenguas declaman, lo que no deja de ser, nuestra propia idiosincrasia. Producto de n