Sin engaños.
Me paseo por la nada
sin otra cosa que hacer
que afanarme en revolver
el crepúsculo y la albada
en quimérica andanada
de apariencias a babor.
Un acorde en sol menor,
coherente me zarandea,
y , me agita en su volea
melódica, y tricolor.
Jornalero del romance
que abraza a brazo partido
en un prolongado aullido,
cuando es fuera de su alcance
el ensimismado trance
de místicas reservadas
a falanges elevadas
de un superior coeficiente.
Fantasmagórico puente
que se disputa en pavadas.
No se permite un respiro
hasta que asoma el final:
en sí mismo es su rival,
tan frágil como un papiro
en la mano de un triunviro,
todo por no entretenerse
en su disfraz, componerse
en deshacer artimañas
y buscar en sus extrañas
manías; y se malverse.
Malos versos en verdad,
en ripios que son legiones
de esperpentos y pulgones,
pésimos en calidad;
de rabiosa actualidad
tampoco, ni compromisos
verificables, avisos
ágrafos de vecindario
en anaquel de anticuario
de aves sin paraísos.
sin otra cosa que hacer
que afanarme en revolver
el crepúsculo y la albada
en quimérica andanada
de apariencias a babor.
Un acorde en sol menor,
coherente me zarandea,
y , me agita en su volea
melódica, y tricolor.
Jornalero del romance
que abraza a brazo partido
en un prolongado aullido,
cuando es fuera de su alcance
el ensimismado trance
de místicas reservadas
a falanges elevadas
de un superior coeficiente.
Fantasmagórico puente
que se disputa en pavadas.
No se permite un respiro
hasta que asoma el final:
en sí mismo es su rival,
tan frágil como un papiro
en la mano de un triunviro,
todo por no entretenerse
en su disfraz, componerse
en deshacer artimañas
y buscar en sus extrañas
manías; y se malverse.
Malos versos en verdad,
en ripios que son legiones
de esperpentos y pulgones,
pésimos en calidad;
de rabiosa actualidad
tampoco, ni compromisos
verificables, avisos
ágrafos de vecindario
en anaquel de anticuario
de aves sin paraísos.
Comentarios
Aunque te sientas jornalero del romance o retado por altos propósitos, de pavadas nada:
lo que sí es cierto es esa urgencia del no conceder tregua a nuestro afán cuanto el reto somos nosotros mismos.
Y el juego musical de las décimas dista mucho de los ripios.
Abrazos.
Abrazotes, Don Enrique.
Mira a ver con qué dicha lo escribes.
Me encanta que afanarme en revolver / el crepúsculo y la albada.
chao
Me quedo con jornalero del romance.
Un abrazo amigo de composiciones que buscan un sentido a tanta quimérica andanada.
Gracias.