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Mostrando entradas de enero, 2010

Miscelánea ciudadana

Un viejo salón y un loro borracho, una mandarina sobre la alacena, café en la cocina, menta y hierbabuena, se escucha en la calle silbar a un muchacho En el puerto viejo suena una sirena, rasca su voz ronca, ríe una gaviota, un besugo asoma con cara de idiota, sardinas y arenques se van de verbena. Un sioux saluda a la sexta flota, se acerca un casorio, van en limusina, aunque muy moderno huele a naftalina, reunión de pingüinos, rey, caballo y sota. Un bazar que vende pañuelos de china, da vueltas la piedra que afila cuchillos, habitan los parque madres y chiquillos no esperan visita del hada madrina. Peinan, fluorescentes, hachas y rastrillos, la primera piedra para el barrio nuevo, de las tres en raya una me la llevo, subido a una torre vuelo molinillos.

Dinero. A Michael Moore, cineasta utópico.

El oro, que en monedas se reparte, acaba por mediar mano tras mano, rasgando con tesón de cirujano la escasa comprensión, de parte a parte. El lujo de comprar miseria y arte invita en su tormenta de verano a turbias ambiciones de villano que acusan mucha sed en un descarte. Indica cada paso en sus señales, obliga y obsesiona su presencia, fascina con su ráfagas letales. Lamentan los escuálidos su ausencia, oscuras son sus sendas virtuales, usura fermentada sin conciencia.