Un café.
Las tardes en la taberna:
En mi taza de café,
las viejas mesas y sillas
resecas como mi sed.
Viejo cacharros entonan,
entre la mugre de ayer,
melódicas resonancias
en el vals del anaquel.
Gira la rueda y sus dientes
¿qué no han hecho por comer?
Oxidados cachivaches
de estaño y plomo su piel.
Una lluvia silenciosa
inunda, triste, la sien
de un bebedor que se anima
hablando con la pared.
silenciados instrumentos
destemplando un minué
en la amarga partitura
del bolero de Raquel.
Un cubo de hoja de lata
con vocación de sartén.
Crucigrama amarillento
que no intento resolver.
El baúl de algún pirata,
que nunca pisó un bajel,
en pactos con el diablo,
arrepentido después.
Un músico diletante
interpreta sin querer
la sinfónica respuesta
de su mudable interés.
Un funcionario estresado
del incesante vaivén
medita, absorto, entre brumas
etílicas sin cuartel.
Radios que no sintonizan
si no apático desdén.
Agujas de ojos cerrados:
Total…¿qué es lo qué hay que ver?
El mecánico ingenioso
explicando a un japonés
la realidad en conjunto
y se atraganta al beber.
Un retórico porteño
da vueltas como un burel
a un dramático argumento,
parla y parla y dice… ¿qué?
Una ejecutiva astuta
saca del bolso un pincel,
mira a través del espejo
y ve el índice Nikei.
Estudiantes desmandados,
ruidosos en su tropel,
babilónicos devotos
en las cubas del amén.
Un soldado pinta versos
hasta que dieron las diez;
mandó mudarse de plaza
diciendo: ¿algo habrá que hacer?
En mi taza de café,
las viejas mesas y sillas
resecas como mi sed.
Viejo cacharros entonan,
entre la mugre de ayer,
melódicas resonancias
en el vals del anaquel.
Gira la rueda y sus dientes
¿qué no han hecho por comer?
Oxidados cachivaches
de estaño y plomo su piel.
Una lluvia silenciosa
inunda, triste, la sien
de un bebedor que se anima
hablando con la pared.
silenciados instrumentos
destemplando un minué
en la amarga partitura
del bolero de Raquel.
Un cubo de hoja de lata
con vocación de sartén.
Crucigrama amarillento
que no intento resolver.
El baúl de algún pirata,
que nunca pisó un bajel,
en pactos con el diablo,
arrepentido después.
Un músico diletante
interpreta sin querer
la sinfónica respuesta
de su mudable interés.
Un funcionario estresado
del incesante vaivén
medita, absorto, entre brumas
etílicas sin cuartel.
Radios que no sintonizan
si no apático desdén.
Agujas de ojos cerrados:
Total…¿qué es lo qué hay que ver?
El mecánico ingenioso
explicando a un japonés
la realidad en conjunto
y se atraganta al beber.
Un retórico porteño
da vueltas como un burel
a un dramático argumento,
parla y parla y dice… ¿qué?
Una ejecutiva astuta
saca del bolso un pincel,
mira a través del espejo
y ve el índice Nikei.
Estudiantes desmandados,
ruidosos en su tropel,
babilónicos devotos
en las cubas del amén.
Un soldado pinta versos
hasta que dieron las diez;
mandó mudarse de plaza
diciendo: ¿algo habrá que hacer?
Comentarios
Una abrazada.
Humo por todas partes, humo y humedad: vamos, lo que ya no hay.
Un abrazo
Ya queda menos para reunirnos en una de ellas.
Saludos
Besitos
Un abrazo y muchas gracias.