Un soneto absurdo y ajustado.
Anómalos y chuscos carruseles,
ceñidos en pamplinas rigurosas,
licuados en tinajas lujuriosas,
enclaustran el recurso en sus papeles.
Ajustes de injerencia y aranceles,
simplones con las uñas caprichosas,
arañan el sentido de las cosas
que invierten en ocasos y peleles.
Se pierde en un crepúsculo nervioso
de muros que contienen aflicciones:
El vano resurgir del griterío.
Estruendo de un pedante escalofrío,
absurdo, que se escuda en convicciones
de un número agresivo y silencioso.
ceñidos en pamplinas rigurosas,
licuados en tinajas lujuriosas,
enclaustran el recurso en sus papeles.
Ajustes de injerencia y aranceles,
simplones con las uñas caprichosas,
arañan el sentido de las cosas
que invierten en ocasos y peleles.
Se pierde en un crepúsculo nervioso
de muros que contienen aflicciones:
El vano resurgir del griterío.
Estruendo de un pedante escalofrío,
absurdo, que se escuda en convicciones
de un número agresivo y silencioso.
Comentarios
Eres un enorme poeta, enrique.
más bien ajustado a este
tiempo cotidiano.
Un abrazo
Sé que no son buenos, sí aceptables, algo les falta. Ese sazonado que echo en falta en el siguiente soneto.
Gracias, Miquel, Flamingo, Marisa y Lucas Fulgi.