Tam quam fu, a José Zuñiga, trovador ausente.

No diré una sola palabra, ni una siquiera,
tengo los párpados llenos de arpegios,
también de acordes vidriados y pentagramas en clave de requiem;
La vida continúa y es lunes de hemisferio,
completo y absoluto, en la necesidad de mitades ausentes.
No diré una sola palabra, ni una, justa o injusta,
tengo la lengua inmóvil, dolorosamente quieta.
Quiero decir, no, no digo, no afirmo alegorías, no expreso derramas indefinidas ,
 no pienso corrientes márgenes determinados.
No comprendo.
No sumaré un solo guarismo más a la resta, ni una palabra inutil y quejosa.
No reñiré con los olímpicos guardianes de la envidia.
Tampoco con los rubios querubines de la lisonja.
No diré una palabra, por si todas las palabras fueron dichas en algún momento.
No compondré un poema, volaría como un montón de arena, descalzo y transitorio.
No digo. Siento.

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