La brisca de Luis de Larrinaga Ibarra.
En la cocina del caserío, domingo a la tarde o cualquiera otra después de la faena y el sustento. La familia juega a las cartas con la confianza de saberse cotidianos en la vieja mesa heredada que habrá visto pasar cada jugada y cada comida de muchas generaciones. La familia y sus pequeñas trampas en el juego aquellas que se asemejan a las que se tienen que hacer en la vida, y el niño con su madre atendiendo el juego de los mayores desde esa lugar donde la infancia aprende el ingrato y feroz pasar de cada día. En las tonalidades grises que dibujan las escenas de las jornadas. El gris plácido del hogar y sus pesares.
En el enlace una breve biografía de Luis de Larrinaga Ibarra.
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