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Mostrando entradas de mayo, 2011

Nos vemos por ahí.

Supuse que mi alma en venta tendría ningún valor y comprobé craso error que por salirme la cuenta tan solo un euro cincuenta pude sacar por su peso, con ella hice un caldo espeso que amalgamara razones y entre estas y otras cuesrtiones volví a hacer hilo en el hueso. Adiós que esto se termina que ya no tengo más ganas de santos ni de peanas, ni de oler a parafina enclaustrado en lo que opina quien por gusto se encadena a una fingida condena de sortilegios y sombras de ácaros en las alfombras y brujas de luna llena. Voy, vengo, y me llamo andanas, triquiñuelista en refranes, satíricos ganapanes que en una orquesta de ranas entre ceres y dianas se disipan tierra adentro, en nada y nadie me encuentro ni participo en coloquios sino en absurdos cronopios de las márgenes al centro. Nos veremos por ahí, o no, que no importa, acaso,  en el filo del fracaso se instala siempre por mí la imagen y es baladí una pretensión distinta e igual me da cuando pinta

Clarividencia. A Ruth Domínguez.

Se cuenta entre esa nómina de locos -expertos en humanos intereses- que escriben en ligeros sirventeses arreglos de acertados tontilocos. Trasmuta sus conscientes comecocos que encuentra en esta senda de cipreses y enfrenta sin licencia los reveses causados por ayunos “marimocos”. Discurre entre tañidos populares las cuitas de aserrín y calabaza que anidan en zozobras de lagares. Medita en un trajín de pan de hogaza, lumínica visión de verdemares, abierta a un horizonte de melaza.

Lucido son.

Despierto esta noche de añiles asiduos espíritus claros sin ceremoniales, potencias distintas a las numerales, las que se contemplan en los individuos que a la inteligencia se muestran asiduos, los que son en cuenta gastos marginales, gentes que en la vida se instalan leales en la resistencia de ingratos residuos. Sombras residentes en lunas menguantes con la viva gana de un gato en penumbra que arrastra al exceso a los diletantes, en la paradoja a lo que se acostumbra y se escandaliza, o no, a los biempensantes, fieles de la nada que un vacío alumbra.