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Mostrando entradas de octubre, 2011

Otro soneto en una tarde gris entusiasta.

Evoco   mis tardes   en   tono pastel con cierta desgana de muñeca loca creyente de un mundo en que todo se toca y   se legitima   del rosa al papel. Es un ejercicio que eriza la piel desnuda   en el aire   al tiempo que invoca una letanía   en su arpa de boca: El precio que paga por   el carrusel. Prefiero las tardes de gris   entusiasta sin más apariencias que me contrarresten en tapetes verdes de punto y canasta. Espero así mismo de quienes me presten sus tardes vacíen su fe iconoclasta de titiriteros   y no se molesten.

Palabras repetidas

Desgarro palabras, que en mis diccionarios no caben bellezas ni estéticas raras sino sólo gritos y otras deudas caras, en días de espinas que sangran calvarios. Rujo como fiera en alternos horarios, mis íntimas quejas sólo son tararas, adorno en la cinta en sombreros aimaras que aceptan los días de sus calendarios. No es tan sólo el hecho de mi autocensura, ni que me equivoque en todos los senderos, es esta inconsciencia que no tiene cura. La querencia ésta, para ser sinceros, en el ojo tuerto de la cerradura que se encuentra a veces en los basureros.

Andrómaca. En el paseo de Recoletos, Madrid.

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Andrómaca apenada y silenciosa, en medio del gentío deambulante, perpleja y taciturna en el instante calcado de tu furia temblorosa. Doliente perdición de mariposa expresa el frenesí de tu semblante, el útimo tirón en tu desplante de hierro y de mortal; y no de diosa. Si vienes, al Madrid de los asuntos -viajero de moral y pies inquietos- de artistas y banqueros o presuntos. Del Prado,  en tu pasar por Recoletos recuerda junto a ella a los difuntos, no olvides presentarle tus respetos. La fotografía es de Carlos Viñas-Valle, podéis ver otras de sus imágenes en el siguiente enlace: http://www.flickr.com/photos/madridlaciudad/page99/

Décimas innecesarias.

Dices que ya no te escribo  con el lápiz del cariño, que no te canto y que riño, y ni paloma ni olivo te ofrezco, y que soy un niño al que dan tontas rabietas; que ya no tengo recetas mágicas,  y mis palabras son reclamo para cabras alocadas en chancletas. Y vas teniendo razón soy cada vez más payaso que en la pista no hace caso sino al flash de la emoción, que en la propia  situación de lo cómico se pierde. Látigo que araña  y muerde en la banda del mensaje del fantástico viaje al mundo del aguaverde. A veces un tonto orgullo configura mis archivos, y  en parajes obsesivos todo levanto y destruyo y  el trueno es leve murmullo que en el inmenso huracán hace al lagarto caimán que ni en calma ni en tormenta marcha sin pagar su cuenta como cualquier ganapán. El enlace en el acierto y  en el error se vincula y  determina su gula en un enroque de experto. Escribe a campo abierto en lenguajes ordinarios de unos y ceros binarios: Relaciones y manías por boca de tonterías en corruptos calen

Orgullo Perroflauta. A Antón. A Neorrabioso también que le copié el título.

Lirón buscavidas juega a malabares en calles de apremio  que siguen la pauta . Atiende por perro y de apellido flauta y  es mejor persona que mis otros pares. Sueña con la luna como un astronauta de un cosmos vacío de tontas premisas y  reyes que busquen felices camisas, tan sólo palabras sabias de un amauta.* Carga como todos,  temor y sonrisa en rola de suerte de viejo  argonauta díscolo que surca la difícil rauta* del heterodoxo  que viaja sin visa. Veamos si suena otra vez la flauta, hago un poco  el asno y de casualidad, diga  cuatro notas que sean verdad. Aire doy al verso y será  aeronauta. Es de Perogrullo esta realidad: el ciberpoema de este  cibernauta busca las palabras que riman con jauta* en soso aderezo  de virtualidad. Casi todos somos y se nos incauta, por lo que tenemos,  lo desconcertante ¿Y no es merecido dar un buen desplante? Si tanto te gusta,  dime perroflauta. Amauta: En el antiguo imperio de los incas sabio o filósofo. Rauta: Ruta. Jauta: Soso, insíp

Cuervos de París:

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Me gustan del cuervo sus plumas sombrías, sus roncos graznidos y su desparpajo, y esa petulancia de loco a destajo, orillas del Sena,  las mañanas frías. Ese entrometido con voz de estropajo como un “robespierre” en la guillotina, héroe resistente de tierra angevina que saca partido a cualquier comistrajo. Me gustan los cuervos,  son gente muy fina, crápulas  ruidosos que huyen de los lunes,  tipos  de  comedia del  amado   Funes  en la bella casa   suelta y libertina. Con  sus melodías de negros betunes, laudes cortesanos en  Nuestra Señora que al gran Carlomagno sirven por ahora, Cabal diplomacia los supone  inmunes. Me gustan los cuervos que al llegar su hora al bistrot se acercan a por sus viandas y  allí te requieren  si en  algo les mandas. A medias se ríe y a pachas se llora. Me gustan los cuervos,  vitriólicos randas, que embaucan turistas en la torre Eiffel con cierta tristeza,  siempre en su papel de superviviente, y vuelta a las andas. Existencialista que a sí prop

Vals. A Lidia Palazuelos, actriz. Será Doña Inés en Alcalá de Henares.

 Un poeta dijo: "esa música   amada"                                                                                                                 que nunca puede ser oída".   Konstantino Kavafis. Este Vals de los Espejos suena en do menor brillante, es el tono dominante que aumenta cuanto más lejos se perciben sus reflejos. Sus notas sentimentales, entre ahogos de cristales, respiran tanta inocencia que van pidiendo indulgencia por sus excesos morales. Se apetece de tal danza que se nos presenta ajena, anhelo de luz serena, que nuestro oído no alcanza; concierto de la esperanza de un paraíso al relente: ese espacio recurrente en la intimidad consorte que aporrea en pianoforte el deseo adolescente. Imagen que nos revela en el líquido vital, determinismo causal que en cada individuo hiela el surco que lo tutela. Este vals desconocido que interpreta desmedido el complejo de la idea es verdad, porque nos crea, vida con voz y sentido.