Culpamos al miserable
de su miseria y estado
con el miedo y el enfado
de quien se sabe mudable.
Digeridos por lo estable
en juego de pretensiones
sin que otras proposiciones
más allá de lo correcto
nos sacudan, y es perfecto
no aplicarse en soluciones.

No en metáforas, en humo
de indiferentes bailías
que sustentan mayorías
de la tostada y el grumo.
Enjuagues de alto consumo
-inextricables al lego-
en la demanda y el ruego
astuto de su artificio
instalado en el prejuicio
mientras nos devora el fuego

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