La gravedad de Urano, a Amparo dolida por que no la hemos comentado. También me pasa a mí cuando no me comentáis.
Te atrapa más no te engaña,
irritantemente incauto,
un laberinto conspicuo,
en la gravedad de Urano.
Incombustible tu aura
-agrandando su tamaño-
en la búsqueda constante
de un símbolo ilimitado;
en la estación de tu cosmos,
sobre el caos del espacio,
en el área interrumpida
del alba de los mercados
imaginas torpemente
una inquietud sin atrasos.
Como una lucha feroz
-Polifemo sanguinario-
reduces tu persistencia,
en el número de agravios,
a una batalla constante
de aceptarte solo humano.
El orden de tu existencia,
es combate sin descanso,
entre violentos girones
de los perfumes más agrios,
una sediciosa alfombra
de conjuntos integrados;
sin tregua vas del amor,
ni quietud, al desengaño
por no aliviar tu rudeza
ni engendrar tu imaginario.
Alternas con la discordia
el cisma de los fracasos
y sin romperte del todo
hallas la paz tras los pactos.
Inclemente para ti,
solícito con tu daño,
comprometes la armonía,
aliado con los astros,
en un aura sin preceptos
ni falsos dioses soñados.
Fausto, sin la perspectiva
de hacerte viejo en un cuadro,
invocas apariciones
que no provocan agrado.
Arqueólogo del alma,
cronista de ausencia y daño,
¿Dónde está tu jerarquía
de valores mal pagados?
Vences por otros caminos
al susurro de lo escaso
detrás de una caravana
y en un arranque de labios,
romero de mil caminos,
gritas tu fe en el estrado.
Navega lo que te resta
por los mares del acaso
en la órbita factible
para no perder tu rastro
y no confundas el ser,
atajado el descalabro,
para no dejar a medias
tu situación ni tu rango
con la parte conveniente
que recompone tu rastro.
De nuevo serás lo mismo
hombre o mujer, en el arco,
de ser luz en los trayectos
como un huso apuntalado;
es fácil imaginarte
con tus recursos y vacuo,
cual hereje en la picota
tan rebelde como bravo
contumaz sin enmendarte
para la final ser quemado.
En todo te correspondes
con lo posible y cercano
en pos de una indemne estela
de soporte idealizado.
En tu propia identidad
siempre hay genios de lo extraño
en tal construyes tu forma
paradojas de tu extracto.
Mira bien como caminas
va el día más que mediando
y no es llegar lo que importa
sino lo que has caminado.
Gravedad de laberinto,
conspicuo nunca villano:
grave pero no irritante;
libre en el cielo de Urano.
De todo corazón Amparo.
irritantemente incauto,
un laberinto conspicuo,
en la gravedad de Urano.
Incombustible tu aura
-agrandando su tamaño-
en la búsqueda constante
de un símbolo ilimitado;
en la estación de tu cosmos,
sobre el caos del espacio,
en el área interrumpida
del alba de los mercados
imaginas torpemente
una inquietud sin atrasos.
Como una lucha feroz
-Polifemo sanguinario-
reduces tu persistencia,
en el número de agravios,
a una batalla constante
de aceptarte solo humano.
El orden de tu existencia,
es combate sin descanso,
entre violentos girones
de los perfumes más agrios,
una sediciosa alfombra
de conjuntos integrados;
sin tregua vas del amor,
ni quietud, al desengaño
por no aliviar tu rudeza
ni engendrar tu imaginario.
Alternas con la discordia
el cisma de los fracasos
y sin romperte del todo
hallas la paz tras los pactos.
Inclemente para ti,
solícito con tu daño,
comprometes la armonía,
aliado con los astros,
en un aura sin preceptos
ni falsos dioses soñados.
Fausto, sin la perspectiva
de hacerte viejo en un cuadro,
invocas apariciones
que no provocan agrado.
Arqueólogo del alma,
cronista de ausencia y daño,
¿Dónde está tu jerarquía
de valores mal pagados?
Vences por otros caminos
al susurro de lo escaso
detrás de una caravana
y en un arranque de labios,
romero de mil caminos,
gritas tu fe en el estrado.
Navega lo que te resta
por los mares del acaso
en la órbita factible
para no perder tu rastro
y no confundas el ser,
atajado el descalabro,
para no dejar a medias
tu situación ni tu rango
con la parte conveniente
que recompone tu rastro.
De nuevo serás lo mismo
hombre o mujer, en el arco,
de ser luz en los trayectos
como un huso apuntalado;
es fácil imaginarte
con tus recursos y vacuo,
cual hereje en la picota
tan rebelde como bravo
contumaz sin enmendarte
para la final ser quemado.
En todo te correspondes
con lo posible y cercano
en pos de una indemne estela
de soporte idealizado.
En tu propia identidad
siempre hay genios de lo extraño
en tal construyes tu forma
paradojas de tu extracto.
Mira bien como caminas
va el día más que mediando
y no es llegar lo que importa
sino lo que has caminado.
Gravedad de laberinto,
conspicuo nunca villano:
grave pero no irritante;
libre en el cielo de Urano.
De todo corazón Amparo.
Comentarios
Excelente poema.
La verdad es que creo que si tuviera que definirme como poeta sería perfecto lo de "Arqueólogo del alma,
cronista de ausencia y daño".
Un abrazo
Te encio saludos!
Que estes bien! :D
Niña, gracias por tus palabras, a mí también me inspira mucho tu arte. Es un feedback retroactivo.
salud.
Pero en el fondo el verdaderamente traidor es el tiempo.
Lo dice un lector empedernido que disfruta tanto leyendo a quienes se lo merecen que no le queda tiempo luego para comentar como se lo merecen.
Un abrazo enorme a ti, a Amparo y a cuantos perseveran escribiendo con o sin comentarios.
Yo siempre te agradezco el esfuerzo que haces viniendo por aquí, sabiendo además la cantidad de escritores que sigues.
Un Abrazo amistoso.
Es un lujo pasear contigo del bazo por la acera. Besetes.
Vi.
Besos.
¡¡¡Gracias Enrique!!!!
Contesté directamente en la última entrada y no me pasé a mirar lo anterior, así que no vi este regalo tuyo.
Muchas, muchas gracias.
Resulta que me hizo gracia que en una entrada como esa, que hablaba de la derrota, fuese yo la derrotada. Jeje.
El resto, por cuestiones de la magia digital, se retorció, pero ya lo he arreglado, aunque sea para hablar en el silencio, jijiji.
bueno, con tu permiso, me copio esta gravedad de Urano, para chulearme por ahí.
Un super fuerte abrazo
Un abrazo.