Lo perdido.
No lo hallé en el despacho de objetos perdidos.
lo anduve buscando por bares, tabernas y aun oficinas,
pregunté en locales de alterne tras rojas cortinas
de desliz y fiebre y pudores huidos.
Perdí, ya lo sabes, mis cinco sentidos,
el último pétalo de una margarita y las doce espinas,
la llave maestra de cien cerraduras, todas vespertinas,
disipé el silencio de una madrugada en rientes ruidos.
Licencié su imagen para no ubicarme en falsas jactancias,
sigo y no abandono, y exploro otras voces, y otros recovecos con luz o a la sombra,
indago y rastreo los bucles del nervio con la inteligencia, sin extravagancias.
Persigo mi instinto de animal salvaje silbando al espectro que a solas me nombra.
No ceja mi aliento en ligar principios: las piezas de un puzzle trivial, sin sustancias.
Pertinaz insisto y hago malabares con llamas de hielo,
así que estoy vivo, y nada me asombra.
Comentarios
Lo malo de la vida es ir dejando por ahí tantas cosas perdidas.
Lo bueno es poder decirlo con versos tan bellos.
Un abrazo pertinaz.
y me ha llegado especialmente ahora que me siento un poco así como ese trivial "despiezado". Me alegra esa persistencia casi animal y salvaje siempre esperanzadora de recomponernos, de reubicarnos y seguir buscando direcciones en ese laberinto diario del vivir.
Un abrazo, maestro !
Merce
Merci
Gracias Merce, así estaba yo.
Antonio.
no conocia la canción, y cuanta coincidencia.
Abrazo