Aire de ahora mismo.
Se pasan los días con humo de lilas
y espesos señuelos de inciertas presencias,
además se juntan en ruido de ausencias
las más perezosas causas que destilas:
ecos diluidos en marchitas filas
mientras todo pasa como en baratillo,
revuelta la tierra a azada y rastrillo
entre humores vagos de mitos celestes
y lobos humanos obtusos y agrestes
que se manifiestan en batiburrillo.
Algo en la memoria se atasca y repite
como en ese cuento que nunca se acaba,
cuando en la estulticia torpe se desgrava
la indecencia humana, y el amor se omite
por que escandaliza que angustiado grite
quien muere en olvido sin ser diferente,
sino como todos, moneda corriente
que engorda la bolsa del etéreo impío,
nudo corredizo que da escalofrío.
Gélido verdugo; dice que lo siente.
En un aquelarre de "psicomanías"
que arañan la sangre de las espesuras
incógnitas breves de rotas figuras
en un laberinto de "archiapologías"
teledirigidas en haces de guías.
Todo se repone en el propio giro
retorno insensato al mismo suspiro
que en nada repara la doliente queja
si nunca devora al lobo la oveja.
El aire del mundo y así lo respiro.
y espesos señuelos de inciertas presencias,
además se juntan en ruido de ausencias
las más perezosas causas que destilas:
ecos diluidos en marchitas filas
mientras todo pasa como en baratillo,
revuelta la tierra a azada y rastrillo
entre humores vagos de mitos celestes
y lobos humanos obtusos y agrestes
que se manifiestan en batiburrillo.
Algo en la memoria se atasca y repite
como en ese cuento que nunca se acaba,
cuando en la estulticia torpe se desgrava
la indecencia humana, y el amor se omite
por que escandaliza que angustiado grite
quien muere en olvido sin ser diferente,
sino como todos, moneda corriente
que engorda la bolsa del etéreo impío,
nudo corredizo que da escalofrío.
Gélido verdugo; dice que lo siente.
En un aquelarre de "psicomanías"
que arañan la sangre de las espesuras
incógnitas breves de rotas figuras
en un laberinto de "archiapologías"
teledirigidas en haces de guías.
Todo se repone en el propio giro
retorno insensato al mismo suspiro
que en nada repara la doliente queja
si nunca devora al lobo la oveja.
El aire del mundo y así lo respiro.
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