La soledad tiene
nombre de persona,
de tributo que se paga en contenidos
si acogimos por derecho los pasajes
que tasamos como nuestros, y de frente
nos derrama una
zozobra que no avisa,
aherrojada en suaves
círculos de ausencia
de ella misma, por
capricho, fatigada
en nuestra carne rendida y displicente
por la espera que
reside en el silencio,
nada dicta, se comprime
y contamina
cuando hiere sin
cansarse y te tritura
en sus manos de alquitrán y explicaciones.
Estremece en sus
tormentos. Los supone
y te quiebra a
voluntad sin tu permiso.
La soledad tiene
nombre de avenida,
de huellas que aún se
callan y se niegan
por encima, en un
descuido que resbala
del momento más
perenne y repetido
al hilo de las crónicas reincidentes,
en un reloj de arena y autonomía
calado de pasión y comentarios.
Estipendio de las cuentas obstinadas.
Clausura los extremos aturdidos
en barras de jabón y humo de incienso
a la espera de vigilias y sermones
que disientan del
instante y sus dominios.
En torno a ese proyecto en
los espacios
por falta de palabras más precisas.
La soledad tiene nombre de océano,
inaccesible llanura
de tormentas,
de retiro persistente y aceptado
en murallas con fronteras al castigo.
Explanada de batallas concluidas
en un rapto de común resentimiento
destemplado en un arrojo de vergüenza
por lo mucho que se pierde sin sentido.
De imprudente irreverencia luminosa
que se inventa en todo lujo de detalles
sin conciencia de sí misma en la amargura
cuando pasa sin rozarse y paralela.
En un viento que sosiega el horizonte
suspendido en la certeza de la roca.
La soledad siempre tiene nombre propio
de betunes y de botas amarillas
embarradas en el vals
de los recuerdos,
monograma y singular abreviatura.
Por contraste en los extremos permitidos
quien conforme se sitúa en sus estancias
da respuesta a su conflicto de insurrecto
con la lógica común de lo remoto.
Tiene nombre ordinario y recurrente
de emoción que es prorrogada en la carencia
de supuestos y de ambiguos desempeños
que disponen en virtud a los mortales.
Es la próxima
advertencia en lo lejano
y esa oscura claridad que condiciona.
Comentarios
claro que sí y muchos.
Hace mucho que no pasaba a leerte, pero hoy hice de un tirón unos cuantos...
y siempre me gustan tus versos amigo poeta.
Un abrazo.