James Ensor.

Los borrachos. 1883.

Sombríos y oscuros, cuerpos desmañados,
los hilos que mueven estas marionetas,
la boca pastosa y las manos quietas
en la indiferencia de los silenciados.

Tampoco protestan al ser mutilados
que así se comportan las mentes sujetas,
inmóviles blancos, insignes siluetas,
espíritus tristes y deshilachados.

Nunca se despiertan de un profundo sueño
por haber consciencia de sus pesadillas
en las realidades que arrastra su empeño.

Los tragos que apuran sólo son cuchillas
de filos cortantes y nada aragüeños,
vertida esperanza por alcantarillas.

Comentarios

genessis ha dicho que…
Un bel soneto con sabor a alcohol...

Un abrazo poeta.
Enrique Sabaté ha dicho que…
Gracias amiga.

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