Soneto cervantino


Un soneto alumbrado con poca cabeza
sin el arte que tienen, Cardenio, los vates;
amarillo por dentro y gris su corteza
que parezca producto, Rodolfo, de orates.

En un corto momento me asiste nobleza
del hidalgo que fuese maestro en dislates
y en quebrantos asidos a fuer de tristeza
y dolientes venturas con malos remates.

Dulcineas preciosas y asaz luchadoras
como libres serranas y ausentes de envidia
te declamen perfectas estrofas y auroras.

Caballero aguerrido de pronta desidia
no te falten en casa pomonas ni floras
y en auxilio a tus cuitas no acuda Perfidia.

Enrique Sabaté.

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