Un juego por necesidad.
He vuelto otra vez a enredarme en quimeras en un tiempo sediento y malicioso. En una espiral típica de estúpidos arlequines rimbombantes Concentrado en un olor de lavanda que inundaba el leve recuerdo de mis comedias a la luz de las libélulas, danzarinas espaciales. En la espesa amalgama de un cosmos, disgregado en partículas leves, inmateriales. Así se construye el pensamiento Entre la ferocidad de un caramelo de menta y la inutilidad de un insignificante y pudoroso noctívago harapiento, Carpanta, atormentado por el hambre de ingredientes auxiliares. Pim pam pum. No sé tú. Pero yo. Rococó. Serio, por tarantos, Alguien preguntó: “¿calientan, a todos, los rayos del Sol?” La respuesta es breve. No.