Orquídea de marzo. A Isabel.

Añil y tan modesta has florecido que al verte me has devuelto la sonrisa, borrones de utopía en la camisa, con un golpe de tos, como un quejido. Retornas cuando brotas lo perdido; lozana, al despertar, pausas la prisa. Te enciendes en augurios, Pitonisa, reclamas la atención, pero sin ruido. Es breve tu ilusión y tan desnuda que azora, evanescente, mi proceso; yo sigo sumergido aún en la duda mas quiero ser sincero y te confieso: divago, sin apegos, como un buda, queriendo dibujarte sobre un beso.