Sombras de otoño.
La sombra nos invade la mirada el día que la luz es más brillante. Recoge tu equipaje caminante tus láminas de fuego y llamarada. No evites de la pena la llamada, tu marcha es patrimonio de gigante, pertrecho de un sencillo y expectante acervo en locución acicalada. Acepta los discursos disidentes: disipan las arengas tenebrosas de rancios madrigales evidentes. No olvides que en la sangre de las rosas se encuentran las palabras inconscientes; mañanas de quimeras asombrosas. Guijarros y hojarasca en un bostezo de otoño ocre y carmín y madrugada. Tapices naturales guarnecidos en una exhalación de sinfonías que entonase su aliento en la avenida, en los viejos parterres de coníferas, en los álamos, acacias y matojos silenciosos, huraños y aburridos. En la espera que ve crecer la vida en los ojos de niños estridentes que arrastrando sus pasos variables, en un juego de alondras y jilgueros -en su empeño de hermosas melodías- se animasen de nubes y esperanza. La imagen vuelve a ser tomada del...