Estando la tarde de Otoño.

Estando la tarde triste
sin vencejos, ni gaviotas,

ni alborotos, ni pelotas

de colores, ya no existe.

Dijiste adiós y volviste

tu extraña circunferencia.

No es mi fuerte la paciencia,

un fuego azul me consume,

me distancia, y te resume

en ruidos de indiferencia.



¿Cómo explicarnos entonces

un pecado liberal?

Sin ser inquisitorial.

Fundidos en tales bronces

confundirán nuestras onces

sin que manquen sus despensas

mal pretendidas ofensas

tiranas a tu albedrío.

Sé que es poco, más, tu brío

mina es en sus defensas.



Quizá, adoquín y ladrillo

en hilera, como hormigas

sorteando las ortigas.

En tela de algodoncillo

construyéndonos de autillo.

Mientras seguimos mirando

como el paso va dejando:

rutinas, pactos y arreglos

en tumulto, desarreglos.

Y tú y yo de contrabando.



Quise escribirte mi amor…

Mis versos apresurados

otra vez llegan cargados

de rueca y devanador.

Lanas de todo color

Y silencios coautores,

Cómplices, exploradores

en este andar sorprendente

contigo y contracorriente,

¡Se me olvidaron las flores!

Comentarios

Pedro F. Báez ha dicho que…
Imprimes a tus versos una dinámica y una musicalidad sorprendentes. Es como si te oyera cantarlos. Un fuerte abrazo.
carmen jiménez ha dicho que…
Ahora que conozco el prodigio de tu voz, debería decir que le falta...Pero consigues como bien dice Pedro, una musicalidad propia. ¿Qué más dan las flores, si llegas aunque sea contracorriente y en contrabando? Además el otoño está lleno de colores esperando ver nuestros ojos.
Un abrazo.
Aunque ya lo han dicho mis antecesores, no puedo evitar repetirlo porque es verdad. El ritmo es trepidante, armonioso, dulce y otoñal, como mandan los cánones de la estación.
Un fuerte abrazo, amigo.
ybris ha dicho que…
Canción de otoño en clave de amor.
No se necesitan flores si las décimas florecen esplendorosamente.

Abrazos.
Enrique Sabaté ha dicho que…
Por favor... que me voy a poner colorado.

Es que están ahí con su música y su ritmo a mí se me van apareciendo.

Gracias.

Y la voz ahora estropeadisima por el catarro.

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