Sonetos apócrifos.
I
Un vaso de palabras inspiradas
en una solitaria y gris taberna,
la herética pasión se desgobierna
tras unas bailarinas enlutadas.
Un vaho de nostalgia en las miradas
de tipos que se instalan en la eterna
quimera del acceso a la caverna,
repletos de licor y de baladas.
Cercana en su intención con indecencia
prestada en almoneda de armonía,
sinónimo de trasto en consecuencia,
confunde entre mensaje y mercancía
el pacto que desvela la ocurrencia,
y anota su dolor en rebeldía.
II
Errado en el concepto más antiguo,
sin nada que perder en relevancia,
si acaso pintoresco en la distancia,
inerte en el supuesto un tanto exiguo.
No hay nada comparable a ser ambiguo
a cargo de la utópica abundancia
en lógicas que abruman sin sustancia
o muestran la noción de un par contiguo.
Función en el origen de un proverbio
de holguras lujuriosas y veniales,
lastradas por escrúpulos del nervio
forzado en la ficción de las vestales,
hambriento de saber, pobre y soberbio,
entiende que es vedado a los mortales.
III
Cuidadosa señora de la ausencia
prisionera privada en la congoja
si una estrecha frecuencia en ti se antoja
es plasma digital sin resistencia.
Si me dejas entrar en tu conciencia
con los versos finales de mi hoja
seré lluvia morada que te moja.
Estrategia vital en tu presencia.
Si te digo mujer que me fascinas:
me seduces, me animas y me huyes.
Tanto excitas mi sed como imaginas
Me resigno a perderte, y te recluyes,
si al comienzo del juego me eliminas
y en tus juegos de cama no me incluyes.
IV
Descaro en esos ojos de pantera,
muñeca que al andar te descompones
en eco y pesadilla de tacones,
urgencias, hospital, sala de espera.
Tendida sobre silla de madera,
mostrando en hiperbólicas razones
un ansia de placer, tus intenciones
brutales en esencia, de embustera.
La noche se conjura y te hipnotiza,
demuestra una mentira irrealizable,
apuesta que acertada te utiliza.
En medio de un ambiente irrespirable
es aire perfumado que atomiza,
lo aspiras y en su falta eres culpable.
V
Herético murciélago vinoso,
asfáltico vivero de baladas,
exceden de sazón tus charlotadas:
mojama de alquitrán y en pan mohoso.
Cantando entre divino y mentiroso,
predices conclusiones acertadas,
suscritas en tus letras bien pagadas,
con cierta mala leche y rencoroso.
Transites por veredas imperiosas
o grutas de adivinos y gurúes
ya sabes cómo acaban estas cosas.
Conoces la canción de los ñandúes
y el paso del reloj en las rijosas
parodias en disfraz de bululúes.
Asoma el sol cuando la lluvia escampa.
Sin queso y sin ratón: cartón y trampa.
Un vaso de palabras inspiradas
en una solitaria y gris taberna,
la herética pasión se desgobierna
tras unas bailarinas enlutadas.
Un vaho de nostalgia en las miradas
de tipos que se instalan en la eterna
quimera del acceso a la caverna,
repletos de licor y de baladas.
Cercana en su intención con indecencia
prestada en almoneda de armonía,
sinónimo de trasto en consecuencia,
confunde entre mensaje y mercancía
el pacto que desvela la ocurrencia,
y anota su dolor en rebeldía.
II
Errado en el concepto más antiguo,
sin nada que perder en relevancia,
si acaso pintoresco en la distancia,
inerte en el supuesto un tanto exiguo.
No hay nada comparable a ser ambiguo
a cargo de la utópica abundancia
en lógicas que abruman sin sustancia
o muestran la noción de un par contiguo.
Función en el origen de un proverbio
de holguras lujuriosas y veniales,
lastradas por escrúpulos del nervio
forzado en la ficción de las vestales,
hambriento de saber, pobre y soberbio,
entiende que es vedado a los mortales.
III
Cuidadosa señora de la ausencia
prisionera privada en la congoja
si una estrecha frecuencia en ti se antoja
es plasma digital sin resistencia.
Si me dejas entrar en tu conciencia
con los versos finales de mi hoja
seré lluvia morada que te moja.
Estrategia vital en tu presencia.
Si te digo mujer que me fascinas:
me seduces, me animas y me huyes.
Tanto excitas mi sed como imaginas
Me resigno a perderte, y te recluyes,
si al comienzo del juego me eliminas
y en tus juegos de cama no me incluyes.
IV
Descaro en esos ojos de pantera,
muñeca que al andar te descompones
en eco y pesadilla de tacones,
urgencias, hospital, sala de espera.
Tendida sobre silla de madera,
mostrando en hiperbólicas razones
un ansia de placer, tus intenciones
brutales en esencia, de embustera.
La noche se conjura y te hipnotiza,
demuestra una mentira irrealizable,
apuesta que acertada te utiliza.
En medio de un ambiente irrespirable
es aire perfumado que atomiza,
lo aspiras y en su falta eres culpable.
V
Herético murciélago vinoso,
asfáltico vivero de baladas,
exceden de sazón tus charlotadas:
mojama de alquitrán y en pan mohoso.
Cantando entre divino y mentiroso,
predices conclusiones acertadas,
suscritas en tus letras bien pagadas,
con cierta mala leche y rencoroso.
Transites por veredas imperiosas
o grutas de adivinos y gurúes
ya sabes cómo acaban estas cosas.
Conoces la canción de los ñandúes
y el paso del reloj en las rijosas
parodias en disfraz de bululúes.
Asoma el sol cuando la lluvia escampa.
Sin queso y sin ratón: cartón y trampa.
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