Desde el tren.
En el tren de cercanías un desfile intermitente: el hervidero de gente en el trajín de los días; un sinfín de melodías en el hilo musical. Pasan las horas tal cual de la mañana y su prisa, desencajada sonrisa, balasto, acero y cristal. El anuncio digital y el paisaje que se ofrece al par que un sol amanece. Escombro, campo y metal, un polígono industrial, carreteras dibujadas, glorietas entrelazadas, vestigios de labrantío, ceniza y derrubio el río, naturalezas ajadas. Dialécticas parrafadas al límite de la cerca apoderándose terca de las tierras, asediadas por las obras, anegadas. Sigue su camino el tren en abúlico vaivén ajeno a la suciedad; detritus de la ciudad que empapan el terraplén. En los cristales se ven unos ojos asombrados que observan despedazados despojos de alguien, de quién jinete de un mal sin bien, hoy es sólo pura ruina, cadavérica rutina sin otro triste destino que quedarse en el ...