Un cuento corriente y
moliente.
Por un camino
empedrado
y en medio de la
espesura
me encontré una tal
figura
que me entretuvo,
asustado,
pregunté a la
criatura,
¿Qué me pretendéis,
mal hado?
Me prendes de la
cintura
y yo no te he
convocado.
Vengo aquí que me
invocaste
Anoche con un conjuro
Ya me extraña, estoy
seguro
que tú sólo te
engañaste
yo soy el señor
oscuro
y yo el más tonto que
hallaste
tantos que tienen un
muro
pierdes si a mí te
acercaste.
Yo te puedo conseguir
Todo aquello que tu
quieras
Dinero, joyas, poder,
Y las mujeres más
bellas,
Las más hermosas
doncellas
Todo podrás elegir
Tú sólo déjame hacer
No has de temerle a
las fieras
Tendrás el mejor
vivir
Hasta el día que te
mueras.
Luego me darás el
alma
sólo pesa quince
gramos,
un papelito firmamos
en esta hoja de
palma,
señor mío ten más
calma
y dime quien eres tú:
Yo me llamo Belcebú
Emperador del
infierno
Soy el jefe del
gobierno
Y te puedo hacer
fufú.
Y yo que soy descreído
estas palabras
contesto:
Idos y podéis largar
a otro lugar con el
cuento.
Nadie me quiera
vender
ni paraísos ni
infiernos.
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