la canción de Samita.
Dime Levio, si es que sabes
¿Qué sucedió con Samita:
qué amores le arrebataron
La razón, y esas manías
que tiene de andar a solas,
trastornada y Abstraída,
por las noches tras la Luna
hasta que amanece el día?
¿Dime Levio quien hirió
a tan inocente niña,
quién le estrujó el corazón,
qué pena su mal habita?
El bien no anida en su casa,
todo en ella es duelo y prisa,
tronada hueca y violenta,
blasfemia y apostasía.
Su afligido desconsuelo,
terribles conjuros grita
a Hécate y Poseidón,
y en nada encuentra alegría.
Del hermoso Delfis, Aulio,
está de pasión rendida.
Creyó la joven doncella
en sus galantes mentiras,
en su exquisita ficción
Y en sus remolinerías,
enfermas de subterfugios
y sembradas de calumnias.
Ahora vaga presurosa:
Pócimas y hechicerías,
en decenas de exorcismos
se cuentan sus mercancías.
Delfis arderá en la hoguera
que su mano encendería:
entre el laurel y la cera
quemado como ella misma
Con ayuda de Selene,
y de su infernal familia,
así sufrirá el dolor
donde ella se derretía.
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