Azalais, con música
Sin que se me note me vi tan distante, Tan indiferente, tan roto y marcado, Tan esclarecido y tan asustado Como un molinillo de café al instante; Sin que se me vea fui tan disipado En el verde helado de tus peripecias, Redoma colmada de obscenas especias Las ganas de verte son cristal velado. Quizá te parezcan mis palabras necias O un rumor de olas, un ruido lejano, Una mariposa que muere en verano Y me da lo mismo si no las aprecias. Sabiendo que un día me diste la mano; Era necesario como arcón que guarda Las doradas telas de un humo que tarda En volverte loco con su olor insano. Igual que un borrico cargo con mi albarda Y ya no me importas, tan indiferente Como si no fueras el agua corriente Que no necesita quien su sed resguarda. Esta cancioncilla se muestra prudente, Ni se extralimita, ni te deja escusas; Es tan sólo un canto que las viejas musas Ponen en mi boca cercana y doliente.