Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como azalais

Azalais, con música

Sin que se me note me vi tan distante, Tan indiferente, tan roto y marcado, Tan esclarecido y tan asustado Como un molinillo de café al instante; Sin que se me vea fui tan disipado En el verde helado de tus peripecias, Redoma colmada de obscenas especias Las ganas de verte son cristal velado. Quizá te parezcan mis palabras necias O un rumor de olas, un ruido lejano, Una mariposa que muere en verano Y me da lo mismo si no las aprecias. Sabiendo que un día me diste la mano; Era necesario como arcón que guarda Las doradas telas de un humo que tarda En volverte loco con su olor insano. Igual que un borrico cargo con mi albarda Y ya no me importas, tan indiferente Como si no fueras el agua corriente Que no necesita quien su sed resguarda. Esta cancioncilla se muestra prudente, Ni se extralimita, ni te deja escusas; Es tan sólo un canto que las viejas musas Ponen en mi boca cercana y doliente.

Azalais, sin música.

Registraba el vaho de tus sentimientos en el daño de mis labios y un viento frío de niebla en el claro agitado de mi abierto deterioro emocional; sólo palabras desnaturalizadas salen de mi boca pero para que decirlas si no las escuchas. No pude convencerte: un pájaro herido no puede anidar bajo ningún tejado. No habrá invierno ni hielo que no atraiga mi mente fundida en desaliento Tú habrás pasado por mi vida sin detener el reloj del remiendo. Ahora que escucho derrumbarse los muros que nos sostenían -Sin música ni argumentos- puntuando los andamios grises, flacos y derrotados, tomo mis palabras, vuelvo a mi vida.