Naderías de menú.
He guardado en los bolsillos un par de melancolías de las que vienen al pairo tras las ventanas vacías, batiburrillo de almenas taimadas de naderías, un cartapacio de auroras, cancioneros de aljamías en un reguero extrañado de apenadas biografías. Guardo y no sé bien porqué mis humanas boberías. Son sin son, son mis bolsillos: dos cribas con agujeros, crápulas y peruleros, noctívagos cual autillos piantes de caramillos. Mi fondo de armario es una fonda de pavés escudada en almidones. Más vacíos mis cajones y sin nada de interés. Un cartapacio temprano, madrugador e incompleto, a un vaivén plano sujeto apellidado fulano, sibilante y meridiano, en un embalse de asertos tan absolutos e inciertos que en una suma de picias va repartiendo caricias como quien lanza cubiertos.