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Mostrando entradas de agosto, 2011

Décimas en soliloquio

Hablemos del bien y el mal: nuestra vida se construye -en el oficio que incluye una urna de cristal como razón principal- en busca de un pensamiento abrazado al sentimiento del alma y su mecanismo. Origen del solipsismo que repetido frecuento. Vuelvo, y todo se contiene, superponiendo el lenguaje como el único bagaje que   a mi relato conviene. Es el metal que mantiene mi escultura en el sujeto, cual retorcido esqueleto, en el laberinto abstracto; mas sigo y no me retracto al perseguir lo concreto. En el edificio estable, monolítico y rocoso, se torna el poder odioso oculto su lado amable. Una curva variable en el límite tangente de mi círculo, insurgente, desclasado, proletario, libérrimo, presidiario, de ideales indigente. ¿Dónde habita la decencia? ¿y el nivel? ¿qué nos iguala? En realidad…. me resbala su renombrada excelencia. Sólo un fuego sin clemencia -mi reflexión inaudita que extraña me delimita en el espectro sinóptico- transmite por cable óptico su trayectoria infinita.

Pasos

Por los callejones de la indiferencia paseo las tardes grises y vacías, así se conforman falsas geografías en imaginarios de hambre y transparencia. Divago entre bloques de prisa y ausencia en mi plataforma de memorias frías de cabezas huecas en anatomías de cuerpos celestes con poca conciencia. Los pasos errados que nunca corrijo son más de tugurio que de procesiones que en malos ambientes soy cliente fijo. Las eternidades no son mis cuestiones que es corto mi tiempo y en ello me rijo para que me inclinen otras devociones.

Imaginada realidad.

Jornadas de inmanencia en la clausura de un roto intrascendente en el bolsillo pintadas de ceniza y amarillo marchito: el tulipán de la ternura. En todo este rodar que es amargura y sopa en alquileres de cepillo, en puertas de antipático pestillo tapiadas a benéficas locuras. Al fin la realidad es lo decente y rindo ante el botón de la evidencia la imagen fantasiosa de la mente. La clave es un paisaje en la conciencia impreso en una página corriente, secreta y subjuntiva por prudente.

Al desamor.

De males de amores vienes bien servida, tan desgobernada en esta tormenta desacelerada, brutal y violenta, que te descolocas y andas afligida. Si hasta el salvavidas lo pusiste en venta perdiendo de vista el noray del puerto, quedaste sin agua en pleno desierto y para remate pagas tú la cuenta. Tanta nota suelta en este concierto -de armónicos breves y allegros escasos- va dejando huellas de ruido,  y traspasos autocompasivos de ambos ojos tuertos. Porque consideras tuyos los fracasos poniendo tu empeño en sembrar en baldío como se remonta la pena en el río: si se caen al suelo se rompen los vasos. Piensa en la guitarra que allá en el bohío con las cuerdas roncas desentraña el duelo, que aunque no te alegre ni otorgue consuelo entre sus acordes hierve mate frío. Este polo norte de camas de hielo, de calles aprisa donde nadie llega, verás que en sus artes a todos nos ciega: empuja,  y de pronto te ves en el suelo.

Breves pensamientos. A Scarlet.

La grave brevedad de estos sonetos que inspiran estas aves migratorias a un paso de saberse meritorias si bien tras superar múltiples retos. Las  formas, la cadencia, los objetos, lo típico en cadenas sucesorias vertidas en arcaicas divisorias que ya no se conjugan en sujetos. Sin límites  -el cosmos no los tiene- en esa transfusión de siderales que orbitan en los íntimos motivos. La autónoma razón que los contiene levanta inconsistentes materiales, escasos de valor pero muy  vivos.

Sueños de agosto

Ardía en los calores de un agosto un cómico arlequín mientras soñaba en dioses que nacían en la lava de un áspero volcán, flaco y angosto. Quimera fermentada en este mosto, apócrifo en barricas de alcazaba, novena entre la décima y la octava de bajo precio o al fin sin ningún costo. No hay sitio donde vendan estos sueños que nunca son verdad ni son mentira no quieren sujetarse a malos dueños ni pueden ser el blanco de la ira son algo que se encuentra entre pequeños y grandes al sentir que el mundo gira.

Sujetos determinados. A Miguel Hernández.

Versado en maquinarias estelares, perito de   extensión ilimitada bostezas   infinitos a pedradas con   riesgo de un acierto o centenares. La trama que está urdida en tus telares se lleva con el tiempo a bofetadas y apura cada plazo a bocanadas sin más finalidad:   ¿dónde   te ampares? Quizá no hay decisión en la respuesta y   es poco rigurosa la pregunta si pienso   en el   sujeto de la   apuesta; solo es   casualidad y aquí se   apunta, no somos convidados a esta   fiesta uncidos nuestros cuellos a la yunta. ¿Me disculparía el poeta alicantino estos torpes versos?