Se veía venir.
Siempre quise se el héroe de algún cuento; mas de un cuento por definir. Nunca fui capaz de serlo. En mi imaginación infantil, cabalgaba sobre campos yermos y obsesivos, todo era puro sueño, cuando me tocó enfrentarme a la realidad, lo hice dejándome llevar por las corrientes. Alguna vez por el destello de unos ojos que me incitaban a recorrer caminos incontestables, a veces una sugerencia ajena parecía encender una luz donde yo sólo reconocía oscuridades.
Pero una noche, de vuelta de todo y diletante como siempre, con las arrugas del corazón entre los pliegues de cualquier álamo, en la insignificancia de mi pensamiento y la absoluta sordidez de mi desgana, contemplé una escena que me hizo replantearme todo lo que hasta el momento había sostenido, o por mejor decir apuntalado con cuatro tablones viejos en mi improvisada atalaya.
Un hombre dormía en un banco del camino, sin más cobijo que los cartones que una vez contuvieron un frigorífico de los caros, de esos que se anuncian en las cadenas televisivas en los intermedios de los experimentos sociológicos con la proclive fauna humana, despatarrada su dignidad por sillones de cuatro plazas en los que han de sentarse diecisiete.
Aquel hombre dormía placidamente y me avergoncé de mi casual curiosidad.
También yo, sólo quería dormir.
Pero una noche, de vuelta de todo y diletante como siempre, con las arrugas del corazón entre los pliegues de cualquier álamo, en la insignificancia de mi pensamiento y la absoluta sordidez de mi desgana, contemplé una escena que me hizo replantearme todo lo que hasta el momento había sostenido, o por mejor decir apuntalado con cuatro tablones viejos en mi improvisada atalaya.
Un hombre dormía en un banco del camino, sin más cobijo que los cartones que una vez contuvieron un frigorífico de los caros, de esos que se anuncian en las cadenas televisivas en los intermedios de los experimentos sociológicos con la proclive fauna humana, despatarrada su dignidad por sillones de cuatro plazas en los que han de sentarse diecisiete.
Aquel hombre dormía placidamente y me avergoncé de mi casual curiosidad.
También yo, sólo quería dormir.
Comentarios
Parece que tu texto es un espejo
en el que me estoy viendo.
Yo también sólo quiero dormir.
Un abrazo
Besos, mi inspirado amigo.
"Cuentan de un sabio que un día..."
creo que tu hermosa y profunda reflexión nos refleja a todos.
Un abrazo!
"diferente".
Saludo austral.
A veces, a vuelta de todo y de noche, nos topamos con escenas que nos hacen replantear nuestros esquemas sostenidos. La vida nos hace ver esos reveces, y a veces ante tanta impotencia sólo quieremos dormir...
Saludos cordiales
queremos....
Pensar no parece buena decisión Perlita.
Aquí sobra el sabio. Pero no la pobreza. Y dormir a pierna suelta es como poco muy descansado.
No le dess más vueltas Viv, somos humanos.
Stella a veces sólo podemos dormir, o apetecer hacerlo.