Inquebrantable congoja.
Persisten los agravios y la rabia,
por todo acontecer, entre rarezas
de ingrávidos y escasos recipientes
que sacian, en la sed, inciertas penas.
Un mundo recorrido y poco ilustra
que en todo lo abarcado nada llevas;
si acaso apeteciste de sus besos
negándote a su fe te desesperas.
Y en cada movimiento las espinas,
rasgándote la piel con aspereza,
trasforman la espesura, inapetentes,
en sangre y soledad que se renueva.
Te duele y ya no temes, ni te asusta,
rondar constantemente la sospecha
que acaba con los sueños y despoja
de todo lo sentido y aún te quema.
Herido, en cada paso, por la errática
pasión que, inadvertida, te alimenta;
el flujo del camino y el asfalto:
exactos en su amor y sus ojeras.
Traspasa el malestar que te asesora
por áulicas y estúpidas sorpresas:
distintas y agrupadas en conceptos
de múltiples y estáticos teoremas.
Ahora sin remedio y sin dibujos,
desnudas las paredes, y la mesa
vacía de las manos que apuraban
caricias de papel, días de seda.
No es mudo este tormento, sin mensajes,
ni puede esclarecerse, ni consuela,
ahoga su aflicción cada sonido
que escapa por instinto en su cadencia.
Impide habilitarte en la mentira,
ganancia irreparable, ni en la treta
astuta y demencial, ni en la añagaza
falsaria; siendo sombra verdadera.
Perdida tu fortuna: ¿qué acontece?;
dispuesto el pensamiento a la tristeza,
el ánimo incansable determina
a un hombre que se arropa con su pena.
Aquello que no es falso ni se finge
permite al corazón pasar la prueba,
quebrándose en migajas arriesgadas,
que a un tiempo lo construye y desintegra.
Se aplasta y se atomiza y se interrumpe,
batido y seccionado se cercena,
se eleva y se distancia y se divide,
y al poco se abalanza sin prudencia.
Obtuso al desvelar hondos ardores;
inepto y desmañado, cruel profeta,
cerril y limitado, negligente,
empírico ladrón de interferencias.
Curioso resultado, entrometido,
cual rayo impenitente que atraviesa
un limpio panorama y lo tortura
al paso que lo abrasa y lo condena.
La cuenta de la falta se te advierte
sin trazos de censura en tu conciencia,
desnuda en su agonía, que disfraza
sarcástica la voz, se te revela.
Calumnias el instante que enredaste,
en ramas de insensatas arboledas,
las fábulas absurdas sin sentido
que teje tu ilusión y desmadejas.
Son todas tus patrañas ingeniosas,
inane relator de inconveniencias,
innatas inmanencias relativas,
instándote a sufrir por superpuestas.
Sarcástico, resurge tu deleite,
profano y lujurioso, sin que excedas
a todo este contento, enardecido,
aun cuando no hay barreras las inventas.
No dices y no callas, sustituyes,
silencios y oraciones por banderas
sin verbos ni adjetivos posesivos,
conversas soliloquios en arengas.
Rebuscas, en la caja de los cuentos,
la infancia, adormecida, que regresa
en blancos calcetines de algodón
y en íntimo dolor se manifiesta.
Incluso en el orgullo se acredita;
distingue la avaricia con certeza
y quiere recurrir aun siendo firme
la ingrata gravedad de la sentencia.
Acusa entre los brazos ateridos,
explícito, el valor de las monedas
que acaban usurpando los recuerdos
y matan el amor y no escarmientan.
En tanto en cada párrafo suspiras,
menguado y aburrido, en la caverna,
contraste de espejismos sin razones
y escasos sentimientos en las venas.
La burla del azar te desentona
y arruina los confines sin licencia,
ni límites, en campos extendidos,
de lágrimas cobradas en cosecha.
Dirás que se ha teñido, insoportable,
de un rojo mascullado, tu cabeza;
y omites que la tinta de los dedos
detiene la obsesión que te penetra.
Importa, nada más, que a las lesiones
las unge la inmediata transparencia;
o curan o desangran fatalmente:
la herida, si es mortal, será perfecta.
Comentarios
Un fuerte abrazo!
Algo se me escapa pero desde luego no el sentimiento de que brotan tus versos.
Leo pasión y quejas; leo sufrimientos y añoranzas; leo, sobre todo, tristeza por una mal pagada sinceridad.
Decirlo tan sentidamente como tú lo haces a tan altas horas siempre habrá de tener su recompensa.
Un abrazo.
pero en tu caso, la pena "pare" versos, que no es poco... y eso ayuda a que emerja.
Fatal es,
cuando dentro queda
y en sus remolinos,
sin salida,
se navega.
Abrazos
Merce
Con el ventarrón que corre, no pueden durar.
Saludoss
Muchas gracias.