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Aquí no hay reversos.

Observa, todo es polvo de futuro, estafa que al sujeto condiciona. El dedo acusador marca y corona el punto de inflexión que rompe el muro. Encuentra un parteluz en el conjuro que niega cada súplica ramplona. La mímica de quien se desazona por arte de la sátira y lo impuro. No arrastres absolutos a la aguja, cercando tu razón con alambradas, ni huyas la ocasión de ser granuja. Estima los favores de las hadas, narrándote en la bola de una bruja, y vuelve cada noche a las andadas.

Escaramuzas vitales.

Tinta de rayos, la tarde se acompaña por los campos de Marte y Proserpina. El fragor del combate se adivina y la hora final se muestra extraña. Un aullido feroz, en forma huraña, de la oscura y taimada carabina se dispara en rayada anfetamina y en un glauco pesar siembra cizaña. Su silueta, tramada en impostura, representa sin más implicaciones: el valor de los cubos de basura. Es el signo del ser, que a trompicones, se alimenta en el duelo sin usura y no encuentra en el reto soluciones.

La Serrana de la Vera.

Hoy es mi cumpleaños, por si queréis felicitarme; se aceptan regalos y piropos varios. Dentro del reloj vide a la serrana No fue de mañana Ni en caja de boj Ni sobre la troj Bajo los tejados Sus dedos marcados En el vaso corto Cerveza y oporto Y malta, importados. No lleva escopeta, tatuada la espalda, sí una minifalda en su carne prieta, Sabe una receta que enturbia la vista de un rojo optimista. De la Extremadura trajo su frescura y un son de corista. Nadie se equivoque, su negra mirada, si la muestra helada metálica un toque, haz en ti un enroque y calcula el trance haciendo balance del siguiente paso. Verás el fracaso si fallas el lance.

Nigromancias

Quise por ciertas cuestiones venderle mi alma al Diablo. Me disipé en escaleras descendiendo sus peldaños. Hice conjuros diversos de grimorios reputados. Consulté a un espiritista y me amigué de los malos. Evoqué fuerzas astrales y me estrellé como mago. Dispuesto estaba a hacer trueque firmando el eterno pacto. Ollas de Pedro Botero ya podéis irme esperando. Es demasiado el esfuerzo un hercúleo trabajo, enredar miles de causas, lo que he dicho, todo un caos. Recoger en luna nueva de la caja de un finado por mano de la justicia los cuatro herrumbrosos clavos. ¿Y donde se encuentra eso? en Europa no hay cadalsos, lo único que nos queda es un triste hipermercado, aunque pensándolo bien vienen muchos condenados. Esa amigo es otra historia más dura que este teatro. Sigo yo con Belcebú y su arreglo malhadado, la de vueltas que hay que dar para el infernal contrato. El arreglo es como sigue, siempre según lo acordado, ...

Uno de tantos.

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Lo consideraban un loco insensato. Tenía cien nombres sin usar ninguno. Era algo miope a lo inoportuno. Te decía al paso: “cara de boniato”. Vivía en un bajo de Prosperidad. Calzaba zapatos del contenedor. Usaba chalina como un gran señor. Era – no tenía- pobreza y bondad. Estuvo en el Ebro, rojo y anarquista. Su saludo al Sol y a las Barricadas. Sostenía digno todas las miradas. No fue más que un hombre que rodó en la pista. Le hablaba a la Luna a las tres y cuarto. Las negras tormentas nunca lo vencieron. Prisión e injusticia no lo detuvieron. Se fue como vino, mas, del Mundo harto.

LLega el circo.

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Llega el circo sobre el asfalto mojado en una cabalgata de motores cansados de cauchos y alquitranes: Llega el circo en sus cajas de lata y poliestireno expandido; los leones cariacontecidos sueñan con gacelas y risas de hienas asustadizas. Los tristes tigres desrayados dormitan apáticos en sus cubículos de tres por cuatro. Los contorsionistas adoptan posturas de goma y alambre. Una mona chillona vestida de colegiala enseña a sumar a dos papagayos gruñones. Galopa un caballo con la volátil amazona de pies amarillos. El malabarista imagina una rueda de globos brillantes en las caras asombradas de los niños. Llega el circo con sus sueños ingenuos en un mundo de realidades obtusas. El ilusionista sagaz e ingenioso recibe el aplauso que escucha invisible. El equilibrista pasa mil apuros que aunque está delgado tiene mucha hambre. Se dispara sobre una diana de indolencia el hombre bala mientras ríen las pulgas saltarinas. Una domadora de perros salchicha y una fo...

Alegres payasos. Hermanos Tonetti.

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¿Qué tristes pensamientos Carablanca se esconden tras tu faz siempre gozosa? ¿Eterno carialegre es tan llorosa el alma y la condena que te estanca? Y tú que entre los niños -risa airosa- ayer con tus arenques hilarantes -la pista del gran Atlas- trashumantes, lozanas sardinas , pesca jocosa. La lona es todo un cosmos de tirantes y vías que convergen en el cielo, los ojos asombrados de un chicuelo, infinitas figuras inflamantes. Era un tiempo más turbio y con más hielo de silencios y sálvese quien pueda, de oración por decreto y almoneda, de secretos de armario y terciopelo. De adoquines y mayo en la alameda. De raciones y flechas remangadas. De seiscientos y voces silenciadas. Era un tiempo y ahora ¿qué nos queda? Dos payasos que a inmensas carcajadas contra el hambre y el miedo, el infortunio, como un rayo de luz del mes de junio proscribían la angustia a bofetadas.