Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2011

Ciempies.

 VI Demasiadas piernas sin meter la pata como corresponde a los singulares que corren caminos oscuros, dispares. Siempre hay un acierto entre tanta errata, quien andando vía ni hiere ni mata. Con tanta ventaja sales en carrera que tu competencia veloz desespera a burlas mediocres y dedos que apuntan, has ido y has vuelto mienttras ellos juntan trampas suficientes a modo y manera.

Sueño y realidad.

Un sueño, en un engaño de ilusiones, quimérico reducto del ocaso, bramido enmascarado de payaso, descarte alucinado en mis ficciones. Un sueño perseguido en proporciones simétricas que encuentro en cada vaso, amargo de placer, de vino escaso, delirio incongruente de emociones. Un sueño que he fingido en lo imposible que oculta en una niebla subjetiva mi impropia desvergüenza incorregible. Un sueño sorprendente en la deriva de un gris reglamentario , -dirigible-, hacia una realidad introspectiva.

Un abril

Abril se aderezaba para Mayo lloviznando contento y chaparrones expresivos, jocosos y bufones, comediantes presuntos bajo el sayo. En el rostro la lluvia como un rayo, instantáneo y fugaz, como supones que te sé perspicaz si te compones, me invitaba al amor hasta el desmayo. El aplauso sonaba en los asientos y la obra adquiría vespertina cercanos y cordiales sentimientos. Descubrían tus labios, Colombina, el deleite de azares y esperpentos, bohemios, zambullidos en harina.

Gorrión. A Merce

IV Te salieron barbas, Picapíacalles, escapando a poco del temido gato y el amor perfecto que fue un arrebato, pícaro despierto ¿dónde no te halles?. Anda siempre listo y el canto no calles. Enseña maestro  gramática parda, ciencia vagamunda que no se acobarda, y escribe a lo grande con letras minúsculas; otros que se apunten las obras mayúsculas. ¡Tú! ilusión de niño, cuento a media tarde.

Besugo. Bestiario burlesco.

III Nada te molesta. ¡Serás calamar!. ¿Tus ojos que miran píos y arrobados si no eres más listo que otros pescados? Sólo mercancia que viene del mar como tantos otros de cualquier lugar, piscifactorias manufactureras de tiempos modernos y de carreteras; anclate en la inopia de redes y anzuelos de politiquillos y otros reyezuelos, sigue practicando tus buenas maneras.

Ganso. Bestiario burlesco

II Dice y es verdad, total no equivoca, que es cierta rareza, tosca y elegante, de andar como ausente y estar vigilante burlando de aquello que viene a su boca que es un todo y nada: esta vida loca. Grita con descaro si algo le molesta truenan más sus truenos que Orfeón y Orquesta se entusiasma mucho y se da un descanso, guarda indiferencia, -y le llaman ganso-, al indiferente que nunca protesta.

Bestiario burlesco

I Avispa. Por sólo unas rayas no eres una cebra y por los colores de batiburrillo dejas de ser luna para ser cepillo, como  tienes alas tampoco culebra, sin que cosas nada tu aguja se enhebra con mucha más fuerza que la coz de un mulo, y entre teja y tejo con gran disimulo fabricas panales de barro y celdilla, dicen tus parientes que,-mala tropilla-, toda gracia tienes, violante, en el culo.

Rue des malefices. A mes amies parisiennes.

Imagen
Entre las flores de lis todo alborota y contagia. Anida divina magia en la isla de san Luís: los secretos de París tejidos en los rincones de animados callejones seductores que en sospecha llenan la margen derecha de armónicas ilusiones. En la pendencia imposible contra la turba afectada por necedades de nada en favor de lo invisible, litigan lo inextinguible sobre los tiempos perdidos aun sin distinción de causa, ilimitada y sin pausa en delirios conocidos, yertos pero no ateridos. Surges así de la ciudad como un río de cien fuentes en multiples apetentes de fuego y de libertad, livianos de castidad, experta en todos los vicios y excelencia en los oficios que desafían al hambre, arraigados en tu enjambre: calle de mil maleficios Rue des malefices es una novela tan real como la propia vida, escrita por Jacques Yonnett un polifacético artista parisino, entre otras cosas miembro de la resistencia. La novela está publicada en español por la Editorial Sajalín.

Sin palabras

Imagen

El coplero. A Tomás Macho, maestro rabelista campurriano.

Tardes de domingo arrugando versos entre los rincones de astrosos inventos, entre cachivaches y algunos recuerdos, despiertas canciones y agudos silencios. Otoño en los ojos que atraviesan sueños, los dedos caminan recitando quedos coplas que en la nieve escribe el invierno. Van por las callejas buscando de nuevo un aire tan limpio como de aguacero, de risa y leyenda o estúpidos celos. Arpegios vivaces en el arco, y lentos como si anhelaran un segundo eterno. Su boca y sus manos recitan eneros, la canción del agua donde nace el Ebro, el compás que danzan desvela un secreto. El que dice al aire, por no ahogarlo dentro, tañendo el rabel, el viejo coplero.

Geografías congruentes.

I Me guío por la Rosa de los vientos si intento recorrer tu geografía. Las rutas que el viaje me ofrecía perdí cuando enfrenté tus elementos. Los pasos se me hicieron tan cruentos que al tiempo que mi estrella se extinguía un céfiro fatal me dirigía en busca de irreales firmamentos. En signos que tornándose imposibles, ocultos tras telón imaginario, escriben sus mensajes invisibles. El símbolo me marca el calendario con gestos polvorientos y terribles, influjo de un secreto milenario. II Mis huellas, de prosista sibilino absorto en el abstracto panorama, no saben de los versos que declama mi empacho de poeta gongorino. Ególatra, tramposo y concertino, burlándome del nudo y de la trama del crítico doctor que se me escama si escribo, más que negro, azul marino. ¿Entiendes lo que alcanzo con mis letras? Absurdo y astracán me considero, Bribón, carambolista, apagavelas. Animo tu razón si es que penetras, bella loba