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Mostrando entradas de abril, 2011

Gracias Señora de las letras. A Ana María Matute.

Tu vuelo inventa gozo, risueña golondrina, galante dama airosa de letras placenteras, los cuentos que imaginas descubren primaveras, palabras tan discretas que amansan volantina. Visiones de revuelta, en tiempos de hornacina, salpican tus paisajes de magias y quimeras venciendo en la ponzoña de intolerables fieras que quieren afligirte en la tarde amarantina. Tu voz calla la cuita sombría del ocaso en juego de escondites con silfos y nuberos, alegres edecanes que atrae tu porsiacaso. Tus duendes dadivosos, humanos compañeros, contentan a los tristes que aprecian en traspaso, radiosas salamandras que incendian nuestros fueros.

Charada en presente de indicativo.

En presente un borroso recoveco que precisa el valor del sustantivo donde suele el pronombre posesivo compartir sus ardides con el eco. Artimaña de mísero muñeco declinada en el modo relativo más un grado común superlativo se resuelve en discurso boquiseco. El total de una cómica elocuencia sustituye la argucia por la coma en abierta sesión por conveniencia. Laberinto de juegos por idioma, extravía el lenguaje con frecuencia, barajado en la jerga de la broma.

Una tela de araña

Ya no queda nada, de veras, no queda; yo quise arreglarlo, pero no he sabido, pude ser más listo y más tonto he sido; olvidé que sola se mueve una rueda. Que la bola gire, que es falsa moneda, que en mí lo derecho se torna torcido, que piso cuchillas, que me he convencido, que sólo en pavanas mi mente se enreda. Yo sigo tejiendo mi tela de araña tendida entre grietas de un muro vetusto; de un solar, reducto, de vital maraña. Si soy juez y parte no puedo ser justo; del Sol a la Luna mi ilusión me engaña; en mi mundo, aparte, vivo yo con gusto.

Soneto

De poeta no tengo magisterio, mantengo, mal, las artes del oficio; procuro recibir tal beneficio si ejerzo con rigor el ministerio. Si acaso te disparo un improperio en el borde final del precipicio, provocado por tanto sacrificio buscando, en la palabra, su misterio. En la nada comprendo el universo Y en menos que se funde una corona cristales de color ensamblo en verso. Al cabo sólo soy una persona, en medio del diluvio, algo disperso, que el filo de una espada desmorona.

Soledad sin perspectiva

Tomé el vino de tus labios rojos en la espléndida tarde incombustible, bajo el sol aterido del invierno con un beso fugaz, vibrante y triste. Enredé en los espacios y las sombras entre abrazos de arena y tus mohines; presencié, azabache, mi aislamiento de este antiguo pesar que se repite. Derroté en mis trastornos la manía, acertada a vencer por lo terrible, disfruté en una pausa malograda: tu altanero rubor que hoy me persigue . Sometí mi razón a tus caprichos, cotidianos y espesos, siendo firme solo encuentro aparejos destrozados y un paisaje lunar: mis cicatrices.

Soneto

Me presento con un triste poema, un soneto que canto por retales como dejo mi vida en los portales, y así salvo mis sesos de la quema. En mis versos destilo mi problema, -alejando de mi todos los males- aparentes, fingidos y reales, olvidando con ellos mi dilema. Imagino que es corto el equipaje, si traigo, conmigo, sólo un sueño con que pago, con permiso, este peaje. También tengo en la mente algún empeño, que tiene la visión del paisanaje, buscando la grandeza en lo pequeño.

Murcia hermosa.

En Carrascoy , en la sierra Me puse a entonar parrandas y me asomé a sus barandas en el Palmar y en su tierra. Me quedé en las veredillas de Las Torres de Cotillas, si en Aljucer no la hallo, me callo. Por Beniaján te decía al Santo Ángel llegamos y me contestabas: ¡vamos! Al pie de la serranía ¿la parrandilla se acerca?. Después de pasar la Alberca subiré hasta La Fuensanta, me encanta. Cuando llegué a la del Gallo, cresta tan cacareada, puse fin a mi jornada, de la barraca al serrallo terminé con mi cansera. ¡viva Murcia! y quien la quiera como Vicente Medina atina. Alguna vez fui auroro, aguilandero, después cuadrillero de mil pies y parrandista en el coro. Desgranando malagueñas entre Azohías y Aceñas las encontré en Mazarrón a montón.

Sonoridad paradójica, A Amparo.

Vibración sonora en frecuencia audible por la sinuosa corriente imperfecta en las vectoriales que parte una recta desde un infinito universo flexible. En una cadencia volátil proyecta compases al ritmo que marca la norma La pauta elocuente del mensaje, en forma, teledirigido en emisión correcta. El estereotipo de una plataforma, técnica y cadente, que arbitra el mensaje en el breve espacio de un cortometraje Otras disonancias encajan la horma. En la polimorfa intención del lenguaje la señal transmite en ondas paralelas secos pensamientos sin muchas cautelas, oscilantes ciclos de escasos voltajes. Dejo por sentado que son triquiñuelas, bucles insolentes de bribón honesto, de arlequín perdido en un manifiesto algo marrullero de ruin sacamuelas. Tan solo un sonido resulta propuesto, tan acelerado como recurrente. Lento como pocos y poco estridente. En la paradoja, como queda expuesto. Frágil argumento en acto potente sin inter

Canción

EL DULCE BESO DEL AGUA Espero cada momento tu dulce beso de agua, brotando en los manantiales de tu risa siempre franca. Es el beso silencioso que da el agua a tus palabras que de tan puras alivian y son consuelo del alma. Si buscara entre los viejos ideales que acompañan mi triste vida de hombre, mi solitaria mañana, seguro no encontraría, nunca, nada que estimara tan hermoso, como espero tu dulce beso de agua. Agua de vida en los besos en la noche enamorada entre los álamos blancos bajo una luna de plata, besos que te di una vez en el jardín en tu casa, y en los caños de la fuente mientras el agua cantaba, y yo perdido en el río oscuro de tu mirada. Dime: ¿por qué no me das aquellos besos de agua?. - Se los llevó la corriente hasta el mar una mañana. Marinero voy a ser, pescador en la almadraba para recoger tus besos entre mis redes de nácar.

Décimas

-Si te enamoras de mí no voy a corresponderte Tú no tientes a la suerte Luego que no te advertí no digas; yo ya sufrí amando a quién no debía. -Es esta condición mía que me inclina a enamorarme y sin poder controlarme me atrapa más todavía. Puedo serte indiferente como un pedazo de teja o un silbido que se queja en los labios de un demente. Soy nada en la nada ausente; un débil chisporroteo. Personaje de un tebeo que terminó en un arcón. alcanfor en un cajón. Objeto del no deseo. Alada mercadería en los bazares del saldo. Disoluto sopicaldo. Raspa de pescadería. Efímera escorrentía que no asalta los bardales. -No me atraes bienes ni males. -No soy broza ni hojarasca soy palabra que se atasca en disneas matinales.

Palabras tristes

Sólo son palabras tristes las que escucho de tu boca; si mi amor te vuelve loca: ¿por qué? dime, te resistes. Vivo mi pena sin dolo, solo, sin que el corazón me abras. Son palabras, con las que a mi voz asistes, tristes. Puede que así las conquistes, almenas de la razón pero con esa intención: sólo son palabras tristes. Ninguna habrá que me atasque. Las que me hacen sufrir mucho escucho; tendré que probar la roca de tu boca. Mi suerte, tal vez, es poca; cuando me vienes a hablar me parecen sentenciar las que escucho de tu boca. Todo tendrá otro color si mi amor en un enigma, resuelve, te vuelve del revés y te trastoca, loca. Como un taladro sin broca que no ha de horadar el muro, no entiendo nada, lo juro, si mi amor te vuelve loca. Con gran pasión te amaré ¿Por qué? esta ilusión me redime, dime, pese a tus muchos despistes te resistes. Si en tus asedios insistes y cuando sola, reclamas, así no

Este rabelillo

Imagen
Este rabelillo de cuerdas gastadas llena los espacios de notas pequeñas, de retama y brisa, de valles y peñas, dibuja paisajes de cumbres nevadas, de ladrar de canes a las madrugadas, ...este rabelillo que bien yo no taño trae voz de añoranza a propios y extraños, un sabor antiguo habita en sus cuerdas: prohibidas manzanas para que las muerdas sin remordimientos ¡que pasan los años!

Malafelicidad, a Luna Miguel que le copié la palabra.

No apuren los vasos, cariacontecidos, aparten la vista que el tiempo se pase busquense otra patria en primera base, a su cornucopia sean bienvenidos los muy allegados y desconocidos, los inapetentes, venid y probad de la ruin comedia de la libertad, todo es opinable en los universales para que me cuadren los versos finales en esta abstracción Malafelicidad. En medio del tedio de la conveniencia admito la escasa pauta del ingenio y la poca chicha que adorna el milenio; dicen los que saben que todo es paciencia que así se construye la ciudad de ausencias; callan la respuesta y esto los convierte en un recortable de dudosa suerte: pedazos de esquina cuando siembran ruidos locos gorriones de adosados nidos, con estas razones me alegra leerte. Ebrio por la ruina se marchó el poeta, le dío al bajo fondo un gancho maestro todo en un cuartucho de motel siniestro, botellas vacías llenan su maleta, nos deja en legado su ascética dieta, de ron y carburo, de tinte y asfa

La llave del mundo. A ellos y a vosotros.

No sé quién del Mundo posee la llave ¿qué categorías abren sus entrañas? fraguadas de arrope o cultipicañas ¿Hay quién me lo diga si alguno lo sabe? Débiles sonidos que atajan montañas, giran en su danza candomblé y zorongo en los subterfugios de un verso candongo, vuelan melodías de pipiritaña. Cuando en el tejado roncea el morrongo con gran advertencia su sentido afina por ver que se cuece en cada cocina; si fue por amores recibió porongo. Escapó a la escoba, cayó en la sentina. No dicen que el gato llevara ganzúa pero vino al cepo y pagó la púa por andar de enigmas sin la gabardina. Mayando a destiempo y alargar la lúa en el esperpento de andarse a la gresca con sus ademanes a la principesca de pérfido brujo que acecha en la rúa. Sólo es una imagen de sombra chinesca, en cierto sentido un batiburrillo de cosas que pasan en este rastrillo que es cartón y pluma, flor de herrumbre y yesca. En anonimato de yunque y martillo

Una maga muy perversa

Conocí una moza en cierto lugar Una tarde clara de la primavera; Yo la vi graciosa, y pregunté quién era; Malhaya el infame que fue a preguntar, Vano y atrevido quien respuesta espera Me dijo donosa con aire infantil, Soy la dama negra y tú el blanco alfil, Mi nombre es María y de apellido Fiera. ¿Qué andarás buscando torpe ministril? Habló zalamera con señal burlona, Yo como el que oye a una abeja zumbona Le hice el mismo caso que al agua de abril, Ella al advertirlo muy marimandona Y expresión salvaje vino a mí derecha Su rostro encendido de brasa era flecha Y yo un acerico para su persona. Soy la vagamunda y a mí no me echa de su amargo lado un triste mortal soy la maga Circe de estirpe real, quien hasta mi llega traiciones cosecha. Soy la que ha acordado tu oscuro final, Si me satisfaces serás mi montura, Y si no, ya puedes jovial criatura irte preparando a una noche infernal. Se estaba poniendo la escena muy dura Y ante la hechice

la canción de Samita.

Dime Levio, si es que sabes ¿Qué sucedió con Samita: qué amores le arrebataron La razón, y esas   manías que tiene   de andar a solas,   trastornada y Abstraída, por las noches tras la Luna hasta que amanece el día? ¿Dime Levio quien hirió a tan inocente niña, quién le estrujó el corazón, qué pena su mal   habita? El   bien no   anida en su casa, todo en ella es duelo y prisa, tronada   hueca   y violenta, blasfemia y apostasía. Su afligido desconsuelo, terribles conjuros grita a Hécate y Poseidón, y  en nada encuentra alegría. Del hermoso Delfis,   Aulio, está de pasión rendida. Creyó la joven doncella en sus galantes   mentiras, en su exquisita ficción Y en sus remolinerías, enfermas   de subterfugios y sembradas de calumnias. Ahora vaga presurosa: Pócimas y hechicerías, en decenas de exorcismos se cuentan sus mercancías.   Delfis arderá en la hoguera que su mano   encendería: entre   el laurel y la cera quemado   como ella misma Con ayuda de Selene, y de su infernal familia, a

Algunas

Algunos lectores vienen pero muy pocos comentan, las cosas que aquí se cuentan parece que no entretienen, quizá tampoco convienen por sosas y algo aburridas, por andar tan comedidas y en una jaula formal: esta no ha quedado mal sin estar comprometida. Décimas en underground tras un espejo canalla que te atrapa en faramalla y no aguanta el primer round, no one dollar, no one pound, en la Avenida Cuarenta un mimo que representa farsas de supermercado, en color salmón ahumado, como boleto en reventa. Diógenes sin linterna cual faro de Alejandría, desnudo en una poesía dilentantemente eterna, galera que descuaderna la exótica singladura de tan gentil criatura en la esfera universal, la estética del mortal que en el cosmos se fractura.

Décima

En mi cartón prupurina escribiré media frase antes que un minuto pase que en muy poco  se termina, y en menos, y se elimina quien diciendo la mitad no dice bien la verdad, no miente en sí, mas engaña, oculta, esconde y extraña con mayor iniquidad. Palabras, siempre las mismas, épicas púas de alambre, insaciables en su hambre, constructoras de sofismas en maniáticas marismas hidrópicas de consciencia, rubor en la inteligencia en un deleite de verbos que en un graznido de cuervos surcan por la disidencia. No es rebelde desacato este rugido de rabia es una estancia en la babia dicho así: pasar el rato como un aburrido gato que a pesar de los ratones le inclinan más aficiones de Venus que de Diana, no por enmendar la plana, sino por echar borrones.

A pedradas.

Escondí la piedra que arrojó la mano en la cara tonta de una luna y pico a las doce y veinte lo que especifico y si no se entiende lo diré a lo llano. ¿Qué pasa mi amigo, no hablo en cristiano? comienzo de nuevo y otra vez me explico tres son las personas del verbo, borrico, lo mismo en plural, singular hermano. El orden exacto, fijado en pronombres, y en causalidades gráfico arraigadas en imaginario panel residente, fluido y constante, vital y corriente, que, en distinto tono, excluye a pedradas en algún momento a todos los nombres.

Tam quam fu, a José Zuñiga, trovador ausente.

No diré una sola palabra, ni una siquiera, tengo los párpados llenos de arpegios, también de acordes vidriados y pentagramas en clave de requiem; La vida continúa y es lunes de hemisferio, completo y absoluto, en la necesidad de mitades ausentes. No diré una sola palabra, ni una, justa o injusta, tengo la lengua inmóvil, dolorosamente quieta. Quiero decir, no, no digo, no afirmo alegorías, no expreso derramas indefinidas ,  no pienso corrientes márgenes determinados. No comprendo. No sumaré un solo guarismo más a la resta, ni una palabra inutil y quejosa. No reñiré con los olímpicos guardianes de la envidia. Tampoco con los rubios querubines de la lisonja. No diré una palabra, por si todas las palabras fueron dichas en algún momento. No compondré un poema, volaría como un montón de arena, descalzo y transitorio. No digo. Siento.