Las damas de azul del palacio de Cnossos







 En Tinta plana azul y blanco roto
los muros de palacios marineros
abiertos a las brisas de mil soles
fantásticos de un fiel y hondo silencio
reviven tras de siglos so la hiedra
en una interrupción de arena y yeso;
en mínimas estancias y amplios cuartos
partidos por columnas en segmentos
y aristas angulares y volutas
esféricas y nudos geométricos
ornados en murallas y tabiques
ruinosos de una paz para los pueblos
que mueren sin medida y sin temores
alegres como luz en los espejos
y tristes nubarrones de derrota
pintados en las almas y  los cuerpos  
que brillan en dorados paraísos
sin esa rigidez del ocre extremo,
resumen de una estética paciente
que habita un microcosmos venturado
y próspero en espléndidos modelos
bruñidos para un público conforme
a estilos de equilibrio, unión, sosiego
vivido en las comunes avenencias
fiadas  más al orden que a los hierros
en una inteligencia a las vitales
palabras de amistad y no a los muertos
colores de deidades caprichosas
que juegan a adueñarse de los huesos
y visten sus pecados de virtudes

fundidas en perenne rojo y negro. 

Enrique Sabaté.

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