Arte y ganas de vivir de un pueblo. La humanidad.
Claridad meridiana que a la sed se apareja
en un pobre sentido de inocente congoja
que recicla tu sueño y en ficciones se aloja
en letargo de voces y desmayos sin queja.
Aureola de ausentes que en sus lágrimas moja
tu aterida y absuelta condición necesaria
que se torna evidente y al momento incendiaria
si a este mundo liviano a la lucha se arroja.
Resplandece en su halo de consigna diaria
en el túmulo grave que se muestra a la vista
es iluso si quieres e infantil el artista
si en su molde de arena es función ordinaria.
Centelleo galante dibujado en la pista
con descaro evidente y frescura alocada;
un bufón que no burla ¿Servirá para nada?
si el temor al castigo enmudece egoísta.
¿Qué dirán si te saben de perdida mirada,
y agotado en tus
risas en silencio vacío
con el miedo en el cuerpo, tiritando de frío,
sin color en el rostro y la vida varada?
Hace falta el calor porque bulla el gentío
en las calles y plazas que hoy hay mucha tristeza
que galopa a los lomos de mentira y pobreza
y nos quiere arrastrar al dolor y el hastío.
Y no van a poder porque tú eres nobleza
torbellino de luz en las causas humanas
y sacudes el sol por abiertas ventanas
sin dejar de turbar tu infinita belleza.
Enrique Sabaté. 20 de febrero de 2015.
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