Soneto helado.
Hendido el rostro donde el surco grana
en tierra roja cuando
el sol crepita
al margen breve si tu voz me incita
a ser lirio bravío o rosa vana.
Cortado al filo en esta piel humana
y yerto el corazón ya
no palpita,
cual hoja que en el árbol se marchita
y muere con la luz de la mañana.
Letal, en las entrañas del boscaje,
te miro como el aire que habla al río
y espero de tu boca algo salvaje.
El gesto más profundo en lo sombrío
restándole el color a este paisaje
recóndito y voraz, íntimo y frío.
Enrique Sabaté.
Imagen de Dora Kelvin.
Comentarios