Soneto loco.
El valle y la mañana y el ocaso,
y el sol y las auroras y la muerte
se encuentran en el mismo contrafuerte
que viene del albur hasta el acaso.
No doy ni quiero dar el menor paso
en pos de la poesía ni su suerte,
me importa ni un ardite convencerte
ni el predio, ni la casa ni el fracaso.
Da igual si la razón es tuya o mía;
no para mi reloj y me hace viejo
al ritmo de la misma melodía.
Gastada mi zamarra y mi pellejo,
al cabo en mi descarga la agonía
de no ver más allá de mi reflejo.
Enrique Sabaté.
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