Objetos de razón.

Yo que no sé de misterios
ni de enigmas, ni tapujos,
no voy a hacer caso a brujos
ni a dueños de monasterios.
Tampoco a los tipos serios
ni a incógnitas ni problemas.
Yo no planteo teoremas
ni me doy a adivinanzas
mas al baile en estas  danzas
acudo con  mis dilemas.

No ambiciono los secretos
ni persigo otro Grial
sino lo más natural
y el sentido en los sujetos.
Sin recato en amuletos
ni  en entresijos reparo.
En lo oculto no, a lo claro
suelo encontrar la evidencia
que toda clarividencia
es visible, nada raro.

A inteligencias oscuras
no entrego razón sin juicio
soy de ese real oficio
de ciencias exactas, puras.
En mis divinas locuras
sólo química y concretos
hechos físicos, discretos
empirismos ancestrales
para sobrenaturales
disputas no tengo objetos.

Otro es la imaginación
ficticia que entre los dedos
abre puertas a los miedos
que no alcanza la razón.
Todo según la ocasión
y el truco al que se somete.
La trampa, el azar, el brete
donde  el ánimo se aturde
es fantasía que urde

al hombre como a juguete.

Enrique Sabaté. 22 de febrero de 2015.

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