Astarté. A Berenice Ojeda.


Elegante diosa, de un bronce devoto
fértil, deseada, prohibida y experta
como flor de luna a la noche abierta
en tus feligreses del amor ignoto.
Eres el deseo como un terremoto
de pasión valiente en isla desierta
la ola rompiente a la descubierta
Lujuria insolente para el boquirroto.
Diosa de lo amable que anima el descaro
de lo más sublime y el manto incorrecto
donde el malquerido anhela el amparo.
Lo humano y corriente resulta perfecto,
luz de la materia, y el único faro
que ilumina puro en cualquier dialecto.

Enrique Sabaté. 15 de enero de 2015.

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